Nuestra bandera tiene ciento veintinueve años, su versión
previa fue hecha con veintiuna estrellas de cinco puntas, pero
ahora contiene veintisiete que simbolizan cada uno de los
estados. Una de ellas se destaca por representar el Distrito Federal que
es la sede política de Brasil.
La bandera actual es substituta de la bandera del imperio, pero se
mantuvieron íconos como el rectángulo verde – que simboliza los campos y
la casa de Bragança de Pedro I – y el rombo amarillo – que simboliza la casa
de Habsburgo, o el oro. Las diferencias se dan porque el blasón de la
familia portuguesa fue cambiado por un círculo azul que representa el cielo,
dentro de él se ubican las estrellas citadas con una franja blanca marcada
con el lema “Ordem y Progresso”. Ordem y Progresso surgió de una de las
frases de Agusto Comte, “El amor por principio y la orden por base,
progreso por fin”.
Para mí, el hecho de que la bandera contenga colores vibrantes hace que combine con el pueblo que representa, pues nosotros, los brasileños somos un pueblo sufrido, pero feliz. Son colores bonitos para usarlos en épocas de mundiales, y generalmente quedan muy bien en morochas y morochos. Lo que a mí no me gusta es la apropiación de la bandera por parte de la clase política, que a veces es corrupta y no representativa de mi país, creo que nuestra sociedad debería poder optar por una bandera con un simbolismo distinto de representación gubernamental y más inclinada hacia su nación en sí, para que esta no pierda su significado real.
La Bandera Brasileña
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