Revista Militar Armas Armas Edición 511 | Page 16
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de ensayo y error para diseñar una
estrategia de política exterior y de
defensa, a la par que se iba constru-
yendo su identidad nacional.
En estas intervenciones extranje-
ras, la Marina de Guerra mexicana se
distinguió por su valor y patriotismo.
Sin embargo, la mentalidad de la Na-
ción mexicana orientada hacia el alti-
plano determinó que en buena parte
del siglo XIX, no se diera a la Armada
la importancia que requería como
la primera línea de defensa frente al
exterior, a pesar de que México es un
país privilegiado al encontrarse en
medio de dos grandes océanos como
es el Pacífico y el Atlántico, y por si
fuera poco, con una parte del mar
Caribe.
LA HEROICA DEFENSA DEL
PUERTO DE VERACRUZ
De los múltiples procesos históricos
en los que el puerto de Veracruz ha
sido escenario, la invasión nortea-
mericana de 1914 es uno de los más
importantes, ya que la fuerza naval
de Estados Unidos irrumpió en suelo
veracruzano en la mañana del 21 de
abril, encontrando únicamente como
firme barrera para sus imponentes
cañones, la voluntad del pueblo vera-
cruzano y de los cadetes de la Escuela
Naval Militar, quienes no dudaron
en ofrendar su vida en defensa de la
Patria.
Durante el 21 destacó por su heroi-
ca defensa la Escuela Naval, cuyos
cadetes atacaron a la infantería de
marina que desembarcó del Utah y
a su vez fueron contraatacados por
los cañones del Prairie y del Chester
anclados precisamente frente a la
Escuela.
Refieren diversas fuentes navales
de México que como la Escuela Naval
no recibió ninguna orden superior, su
personal se encontraba a la expecta-
tiva; lo que coincidió con la llegada al
plantel del comodoro Manuel Azueta,
“quien a su entrada lanzó un vibrante
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armas
enero · febrer0 2020
¡Viva México!, ¡Viva México!, ¡Viva
México!, que fue contestado con el
mayor entusiasmo por los alumnos
que se encontraban en el patio.
Fue cuando entonces el comodoro
expresó ¡A las armas muchachos, la
Patria está en peligro!.
Durante el ataque a la Escuela
Naval, se distinguieron varios ca-
detes por su heroicidad. En primer
lugar, es necesario destacar que
en esta invasión, murió el cadete
Virgilio Uribe Robles a escasos
días por cumplir dieciocho años de
edad. Narran algunos testigos de los
hechos que el fuego de los nortea-
mericanos que desembarcaban por
el muelle Fiscal, fue el que ocasionó
la muerte de este joven, al penetrar-
le una bala expansiva a través de su
hombro cuya trayectoria culminó
en la parte superior del cráneo. Uri-
be se encontraba parado frente al
balcón, poniendo una nueva carga
de cartuchos a su fusil para seguir
disparando, cuando fatídicamente
fue alcanzado por un proyectil del
invasor.
Uno de los momentos más
emblemáticos de esta jornada, la
brindó el hijo del comodoro Manuel
Azueta. El teniente Azueta habría de
protagonizar una actitud verdade-
ramente heroica durante los hechos
del cual fue actor, perdiendo vida a
los diecinueve años de edad.
Algunos de los cadetes informaron
al comodoro Manuel Azueta de que
su hijo estaba entre la calle de Este-
ban Morales y Landero y Cos, con una
ametralladora con la cual enfrentaba
a los norteamericanos que pasaban
cerca y que su única protección era
un poste de luz eléctrica. Los cadetes
de la Escuela Naval al observar la
temeraria conducta del teniente
José Azueta, le gritaban palabras de
aliento, pero no sin dejarle hacer ver
lo peligroso de su posición. Empero,
el peligro que corría, siguió allí y logró
causar numerables bajas a las tropas
estadounidenses. Un poco más tarde,
se cambió de posición para tener una
mejor mira para hacer blanco, por lo
que se colocó en medio de la calle,
quedando totalmente al descubier-
to. Azueta pronto fue herido en una
pierna, por lo que quedó hincado; no
obstante, continuó disparando hasta
que recibió una nueva herida en la
otra pierna, que lo hizo caer.
Como ya no podía seguir comba-
tiendo José Azueta, ni protegerse,
el cadete Juan Castañón acudió a
recogerlo para trasladarlo a un sitio
protegido contra las balas del invasor.
Desafortunadamente en ese momen-
to, fue herido por una tercera bala,
por lo que se trasladó al puesto de so-
corros de la Cruz Blanca en el Cuartel
de Bomberos y de ahí conducido al
sanatorio del doctor Cuervo. Su es-
tado era delicado, debido a que no se