Revista Mesa & Bar Edición N° 1 | Page 87

latinavirtual.com El secreto que encierra el laureado vino se explica en una ecuación sin dobleces, en un enunciado sin aristas, pero cuya profundidad es enorme, abisal. “Para hacer un buen vino hay que tener una buena uva. Eso es todo. Un buen enólogo con una uva regular hace un vino regular. Un enólogo regular con una buena uva hará un buen vino. Y si se une un buen enólogo con una buena uva el resultado posiblemente sea un muy buen vino”, resuelve Juan Luis Cañas, heredero tardío de la pasión por el vino de su padre, Luis, 84 años, y que no se separa ni una pulgada de la elaboración de los caldos. Es su vida. Su historia y la de su familia se escribe entre vendimia y vendimia, entre cepa y cepa a lo largo de dos siglos. “Me he pasado una vida en el campo y luego en la mesa de selección de uva. Todavía lo hago”. Se emociona Luis con el vino, que no deja de ser su biografía. “Esto hay que cuidarlo como a un hijo”. El suyo, Juan Luis, se enamoró de la leyenda del dios Baco al ralentí, macerando, dándose tiempo como un buen vino. Se alistó a la bodega con 33 años, aunque su imagen en el retrovisor sepia de la infancia cuelga de las fotografías de la memoria que decoran una de las paredes de la bodega y le situaban en los viñedos de Villabuena, su hogar, subido a una mula que salía de casa hacia los viñedos de Luis y Ángeles, su madre, fallecida años atrás, a la que dedicó más tarde una bodega: Amaren. A pesar de que a Cupido le costó atravesar el corazón de Juan Luis con la flecha del vino, Revista Mesa&Bar | Edición No. 1 87