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Los Modernistas

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Búsqueda de evidencias exponentes

En este apartado de la revista se hará un análisis detallado de dos poemas de la generación del 98 para poder comprender lo que poetas como Rubén Darío o Antonio Machado querían transmitir con sus escritos y para encontrar evidencias modernistas. Para poder comprender bien los poemas y su contexto se ha indagado en la vida de los dos autores mencionados anteriormente ya que los dos poemas que se analizarán serán “Lo fatal” de Rubén Darío y “Horizonte” de Antonio Machado.

Rubén Darío (1867-1916)

Considerado el máximo representante del modernismo en literatura española, considerado “príncipe de las letras castellanas”, pese a no ser nacido en España, sino en Nicaragua (Latinoamérica).

Fue educado por sus tíos abuelos, a los que acabó considerando sus padres, ya que su madre dejó a su padre después de un enfado debido a las adicciones de él. Su infancia transcurrió en León (Nicaragua) donde escribió sus primeros textos. En su adolescencia partió a El Salvador donde trabajó en la Biblioteca Nacional. Más tarde fue a Chile donde pasó estrecheces y humillaciones. A pesar de sus problemas, publicó un libro de poemas que le consiguió un puesto en el Heraldo (diario célebre de la época) a partir de ese momento empezó a escribir con más frecuencia. Con los años se convirtió en uno de los escritores modernistas más célebres de todos lo tiempos así como el máximo exponente español. Asimismo, ostentó varios cargos importantes como el de cónsul.

Fue influenciado por la poesía francesa, primero con el movimiento romántico, sobre todo de Víctor Hugo y más delante de los parnasianos, como Théophile Gautier o Catulle Mendès.

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Antonio Machado (1875-1939)

Miembro tardío de la Generación del 98, y uno de sus mayores representantes, aunque su obra inicial es considerada modernista.

Nació el 26 de Julio de 1875 en Sevilla, fué el segundo de cinco hermanos. Interrumpió varias veces sus estudios a causa de problemas económicos que surgieron tras la muerte por tuberculosis de su padre en 1893.

Más tarde emprendió un viaje a París, donde se encontraba su hermano primogénito, allí cursó sus estudios para ejercer de actor mientras conseguía el título de bachiller. Más tarde comenzó a ejercer en la literatura que es donde destacó de manera evidente.

Usa en su obra un tono nostálgico, algo melancólico. La poesía de Machado se aleja de la concepción modernista de que ésta es meramente forma y la suma de las artes. No le importa tanto la forma, la musicalidad, la buena rima, si no se cuenta nada íntimo y personal. El verbo es lo más importante, porque expresa el tiempo, la temporalidad que él considera esencial.

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“LO FATAL”

Dichoso el árbol que es apenas sensitivo,

y más la piedra dura porque ésa ya no siente,

pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,

ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser y no saber nada y ser sin rumbo cierto,

y el temor de haber sido y un futuro terror…

Y el espanto seguro de estar mañana muerto,

y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,

y la carne que tienta con sus frescos racimos,

y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

y no saber adónde vamos,

ni de dónde venimos...

Comentario:

“Lo fatal” transmite una sensación lúgubre y pesimista que se evidencia con las menciones de la tumba, el terror hacia lo futuro y el sufrimiento. Este pesar existencial que nos muestra el autor es un claro reflejo de la manera de pensar pesimista que definió al Modernismo y en concreto de la generación del 98.

Al usar la conjunción “y” al comenzar la mayoría de sus estrofas, Darío hace evidente que la lista de cosas amargas que nos proporciona la vida es larga, y recalca el sentimiento de desazón que predominó en la época.

Este poema, escrito durante la última etapa de Rubén Darío, también nos deja entrever la influencia prerrafaelista que ejerció Europa; esta se ve en las primeras dos estrofas donde Darío escribe: “Dichoso el árbol.... y más la piedra dura”. La huída de todo lo industrial, lo hecho por el hombre o simplemente el evadirse de la vida hacia algo tan natural e “inocente” como un árbol o una piedra hace intuir al lector que Rubén Darío tenía miedo y que era pesimista en cuanto a su futuro.

Este poema rezuma sensorialismo. Al leerlo uno puede sentir como el tiempo pasa, como al pensar sentimos y como al sentir sufrimos. Al juntar las palabras “dolor” con “ser vivo”, “pesadumbre” con “vida consciente” y “sufrir” con “vida”, entre otras, el autor de tan fúnebre poema nos da a entender lo dicho anteriormente; que la vida solo proporciona tristeza y que su futuro incierto y realidad dolorosa en la que vive no merecen la pena.

“Lo fatal” pertenece a la última etapa de Rubén Darío y cerró su libro Los Cisnes y Otros Poemas en 1905. Este poema en concreto lo escribió para honrar la muerte de su conocido René Pérez Mascayano (pianista y bohemio de la época)

“Horizonte”

En una tarde clara y amplia como el hastío,

cuando su lanza blande el tórrido verano,

copiaban el fantasma de un grave sueño mío

mil sombras en teoría, enhiestas sobre el llano.

La gloria del ocaso era un purpúreo espejo,

era un cristal de llamas, que al infinito viejo

iba arrojando el grave soñar en la llanura...

Y yo sentí la espuela sonora de mi paso

repercutir lejana en el sangriento ocaso,

y más allá, la alegre canción de un alba pura.

Comentario:

“Horizonte” nos transmite una sensación de pesar que se evidencia con el contraste entre el alba pura y alegre y la desafortunada actualidad del yo poético del autor. La necesidad de huida de todo lo industrial, propia del modernismo, se ve reflejado en el poema, ya que este se encuentra ambientado en la naturaleza .

El sensorialismo también se ve evidenciado en el texto, concretamente en la octava estrofa, a causa que nos proporciona el adentrarnos en el poema a través del oído. “Y yo sentí la espuela sonora de mi paso” Este es un claro ejemplo de lo nombrado anteriormente, ya que a través de como nombra la espuela nos hace imaginarnos su paso sonoro.

Antonio Machado también usa los colores, y al buen lector le habrá parecido ver al artista pintar el cuadro mientras leía, pues lo bien que expresa el artista los colores y tonalidades causa ese efecto al lector. Los tonos cálidos y rojizos del ocaso expresados con un “sangriento”, el crepúsculo y salida de la luna con “purpúreo” y, “pura” para expresar la luminosidad y colorido del nacimiento de un nuevo día.

Este poema esta escrito en la primera etapa de la trayectoria de Machado, y consta en el libro de “Soledades” en 1903, este periodo está influenciado por el movimiento simbolistas y utilizando un lenguaje romántico. El poeta transmite sus sentimientos de tristeza propios de la época, mediante numerosos símbolos, como son las metáforas, en este case, el ocaso es metafóricamente hablando símbolo de fin, de proximidad de la oscuridad. Otras figuras retóricas que aparecen en el poema de Machado, son la metonimia, pues usa el “sangriento” para referirse al color rojizo que adopta el cielo cuando el Astro se pone. Otra figura también a destacar, es la paradoja pues en el fragmento siguiente, “mil sombras en teoría, enhiestas sobre el llano”, expresa que las sombras están erguidas cuando por norma general están a ras de suelo, proyectadas en el suelo.

Conclusión:

Antonio Machado y Rubén Darío son dos artistas completamente distintos, influenciados por un mismo movimiento en años y lugares distintos, eso hace que ni su obra ni sus recursos sean los mismos, aunque parten de una base similar. La oscuridad está representada en ambos poemas, pero como ya hemos dicho de formas distintas, con pesimismo por parte del poeta nicaragüense y con una gran gama de figuras retóricas por parte del poeta español. Juzguen ustedes mismos cual es el mejor, desde nuestro punto de vista, no hay posibilidad de un ganador a tal guardón.