Revista La revista de MAGSHIMIM | Page 45

Así lo recoge la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (1) (IHRA, por sus siglas en inglés), que en uno de sus apartados cita específicamente como antisemita “hacer a los judíos responsables como colectivo de acciones del estado de Israel”.

Esto es, evidentemente, lo que hacen los boicoteadores: castigar a personas individuales o colectivos que nada tienen que ver con las decisiones de Israel como Estado por las presuntas culpas de los gobiernos israelíes.

No se puede culpar a un cantante, a un artista, a un deportista o a un equipo por las decisiones que tome su país -¡y en algunos casos ni siquiera es su país!-, eso es, simple y llanamente, discriminación.

El boicot es aún más chocante -y desde luego más repugnante- cuando llega desde colectivos que dicen reivindicar la inclusión, pero que en realidad lo que promueven es la exclusión de los judíos o los israelíes por el mero hecho de serlo. Es el caso de determinados sectores del mundo LGTBI que han atacado a artistas o personajes o instituciones israelíes también parte del mundo LGTBI que venían a España para reivindicar sus derechos o participar de celebraciones como el Orgullo Gay.

Como vemos en esta breve selección de casos, a los antisemitas del BDS les da igual lo que piensen o cómo se hayan posicionado los artistas judíos a los que boicotean, que sean abanderados de la multiculturalidad, los derechos de los gays o del pacifismo: lo que prima es su nacionalidad y origen étnico y, como única medida de gracia exigen, en auto de fe en la mejor tradición inquisitorial, que denuncien e insulten a su propio país.Hay que señalar que en muchos casos estas acciones de boicot tienen éxito porque tras ellas hay una amenaza prácticamente explícita de violencia: instituciones privadas o públicas se asustan ante las hipotéticas consecuencias que puede suponer enfrentarse al BDS” (ANÁLISIS, 2019).