Por fin llegó el día , y ayer con el alma dolorida y el corazón apenado por haber ofendido a mi Dios me confesé de cuanto tenía en mi conciencia , pidiendo al Señor que se dignara lavarme con su divina Sangre para quedar limpia . Sentí , Padre mío , el efecto del Sacramento ... no son explicables los efectos de la gracia , pero experimentó mi alma una ligereza , una claridad , diré , una limpieza y alegría indecible . Sentí , no sé cómo explicarme , la causa de la Redención y los efectos de la Sangre preciosa de un Cristo , derramada para la expiación y depositada en esa amada y santísima Iglesia ...
Me ha quedado desde aquel momento , Padre mío , una muy grande delicadeza de alma , sin llegar al extremo del escrúpulo o a inquietudes , pero por ejemplo , si cae tierra en un lodazal no se nota , pero si cae en una fuente clarísima , luego se ve enturbiarse , aunque aquel efecto sea de momento y vuelva a recobrar su transparencia .
Me veo con nueva luz rodeada de peligros , siendo yo misma un enemigo capital . Por aquí veo saltar la vanidad en cualquier ocasión , ya el respeto humano , la soberbia , la impaciencia ; es un batallar con este cúmulo de miserias , que es preciso estar con el plumero de la humildad constantemente en la mano para sacudir el polvo que cae al alma 1 .
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Cuenta de conciencia 10,279-282 : 7 sep 1898 .
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