REVISTA LA CRUZ 1062 ENE-FEB 2017 | Page 22

Generar procesos de santidad

Miguel Mier Maza, MSpS
Observa con detenimiento la Cruz del Apostolado. Vas a encontrar en ella la interrelación de cuatro personas. La Luz, que todo lo envuelve, abarca y sostiene, es el Padre de quien todo nace y a quien todo tiende; la Paloma, el amor de Dios, el Espíritu Santo, que realiza su obra de amor en la Trinidad y en la creación, nada queda fuera de su influjo amoroso; la Cruz grande, tú y yo, y toda la humanidad necesitada de salvación; y el Corazón, el Hijo de Dios, que se encarna en la Cruz y comparte su historia, que es en todo semejante a la Cruz grande, menos en el pecado.
Si sigues contemplando la Cruz del Apostolado, poco a poco vas a ver cómo esas cuatro presencias personales interactúan entre sí y establecen una dinámica.
Una forma, entre otras, de describir esa dinámica sería narrar el proceso por el que la Cruz busca transformarse en el Corazón y detallar cómo sucede esta transformación. En el proceso, las cuatro personas involucradas en el signo de la Cruz del Apostolado participan activamente.
En esta sección de nuestra Revista, vamos a reflexionar sobre ese proceso y específicamente lo vamos a ver como un dinamismo que lleva a la santidad.
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