REVISTA LA CRUZ 1062 ENE-FEB 2017 | Page 19

Nosotros soñamos con ser una Iglesia « Pueblo de Dios », profundamente engastada en la vida de los pueblos y atenta a sus necesidades.
En este torbellino de continuos cambios y desengaños, ningún valor absoluto parece tener lugar; la vida se configura por lo inmediato, por el consumo y la diversión inagotables, sin ninguna pasión que unifique y entusiasme. Paradójicamente, el sistema está tocando límites, pues resulta insostenible; parece evidente que no es posible vivir de esta manera. Surgen a lo largo y ancho de nuestro mundo muchos clamores de sentido con sed de trascendencia.
En este siglo XXI, la utopía ha tomado un ropaje menos grandilocuente y vistoso, se ha vestido de pequeños relatos y experiencias concretas; de vivencias profundas que nos permiten sentir lo más humano de cada uno, y que llenan de sentido la vida y calientan el corazón. En todos los ámbitos están surgiendo semillas de algo diferente que gritan:“ otro mundo es posible”. En el corazón de cada uno de nosotros se alberga un deseo“ algo más”, de algo que rompa la lógica de este sistema de muerte y dé sentido a la vida. Surgen numerosas iniciativas por causas como la ecología, la solidaridad, el combate a la pobreza, la economía social, el consumo responsable o la lucha por la paz. Proliferan iniciativas de muchos individuos o grupos que anhelan espacios de sentido, de espiritualidad y de encuentro con Dios, más allá de las religiones institucionales.
En estos nuevos areópagos hay un lugar para nuestra
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