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Fui llenando mi vida de recursos que Dios pudiera utilizar el día que me indicara partir.

conquistar la tierra prometida. Por eso creo que estás en el Club, no serías llamado si no tuvieras ese fuego ardiendo en tu interior.

Cuando dudé, entonces me acerqué más a Dios, intenté inquirir en su corazón, procuré adentrarme en sus motivos, en su causa, en sus sueños, en sus planes. Así mismo me acerqué a mis líderes espirituales, hablé con ellos del llamado, de aquella llama que no me dejaba dormir en las noches mientras pensaba en las ideas que yo decía que eran todas mías. Pero fue así como descubrí que aún las ideas que estaban en mi mente, provenían del corazón de Dios.

Hubo momentos duros, las emociones y el apego a la familia y los amigos son los principales lazos que nos mantienen ligados al lugar donde estamos, y no está mal, a menos que seas uno de esos que Dios llamó. Porque entonces, cuando observas a Jesús caminando sobre la tierra y escuchas su voz decir: “quien ama más a su familia o a su país no puede seguirme”, descubres que hay algo más para ti a lo que Dios te está llamando y a menos que decidas dejar tu tierra y tu familia para hacer la voluntad de Dios, nunca estarás completamente satisfecho. Todo aquello que no tenía, los recursos que faltaban y todo lo que necesitaba se fueron convirtiendo en motivos de oración y en propósitos personales.

Todo aquello que no tenía, los recursos que faltaban y todo lo que necesitaba se fueron convirtiendo en motivos de oración y en propósitos personales. Fui llenando mi vida de recursos que Dios pudiera utilizar el día que me indicara partir.

Solo entonces quedó lo imposible, que fue el área donde el experto en imposibles intervino y trajo al mundo visible aquello que hasta ahora había sido invisible.

Han pasado más de cuatro años desde aquel llamado y aún no he dejado de ver la mano de Dios cada día de mi vida. El Dios que conocía años atrás no se compara con el que conozco ahora. Lo irónico del asunto es que se trata del mismo Dios, él no cambió, pero yo le di la oportunidad a él de cambiarme a mí. Entonces pude conocerlo mejor a él. Resulta que cuando inicias el camino de la obediencia, la llama en el corazón no se extingue, al contrario, crece.

¿Estás tú ahí, en la entrada de la tienda? Dios le pidió a Abraham que mirara hacia afuera. Que saliera de su tienda conocida y viera lo que le esperaba. Dios había dibujado en el lienzo oscuro de la noche una promesa. Si estás ahí, a la entrada de tu tienda, deja que Dios trace para ti un diseño en forma de llamado y decídete a ir por la tierra prometida.

Al igual que Abraham, yo obedecí. Y si me permites un consejo basado en la experiencia: Obedece. Atrévete a ir por una aventura desconocida. Desafíate a ir por el llamado de Dios.

Pero antes de hacerlo, asómate al espejo. Mira fijamente en tus ojos. Pero mira más adentro. ¿Distingues una llama peculiar y poco común en tu interior? Creo que tu nombre debe pertenecer a la lista de los Héroes de la Fe. ¿Qué dices? ¿Aceptas el llamado?

Isaac Román Mora