Podríamos ser comprensivos ante esta realidad, estableciendo con
claridad qué funcionarios del Gobierno quedan dentro de la categoría
de objetivos militares, y quienes no.
Pues hay otro caso que nos ronda en la cabeza, el Fiscal y los funcio-
narios de la Fiscalía, pues para el ELN son una institución militar,
participan en operaciones de inteligencia militar y en operaciones
militares; que se quieran camuflar como funcionarios judiciales, es
otra cosa. Máxime ahora con el nuevo Fiscal Francisco Barbosa, egre-
sado de la Universidad Sergio Arboleda, institución al servicio de la
inteligencia militar colombiana, allí es donde se recluta y se les da
cobertura a un número considerable de agentes de inteligencia.
En las últimas semanas, como ha sido propio de los regímenes de
corte fascista, el Gobierno acude a la mentira para manipular la opi-
nión de la gente; se repite mil veces la mentira para que pase como
verdad. Tratan de hacer ver al ELN como el responsable de asesinatos
de dirigentes sociales, pero jamás muestran prueba alguna, sólo la
acusación repetida. No hay nada serio o consistente en este tipo de
acusaciones, pues el ELN nada tiene que ver con esa práctica propia
del Genocidio aplicada por el Estado colombiano contra el pueblo y
sus dirigentes, como lo muestran los estudios bien fundamentados.
De igual manera se continúa con la falacia, que pretende hacer creer
que el ELN está divido, que sus dirigentes no controlan nada. En el
ELN no hay ningún dirigente nacional, sea de la Dirección Nacional
o del Comando Central que estemos en desacuerdo con las defini-
ciones del Quinto Congreso, máximo organismo de definiciones po-
líticas; como tampoco ninguna estructura estratégica como son los
Frentes de Guerra.
En los niveles de Dirección, como en nuestras bases, nadie está por
aceptar las condiciones para dialogar con el Gobierno, menos con re-
petir experiencias de anteriores de falsos procesos de paz. Tampoco
hay divisiones en el ELN frente al continuar sin vacilaciones alzados
en armas para seguir buscando un cambio para el bien de todos los
colombianos.
EDITORIAL
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