S
ucede con todas las creencias, que quien las imagina quiere
que sean realidad, para no hablar de otras estupideces. Algo
parecido le acontece a Duque y su Gobierno, cree que no hay
Conflicto Armado en Colombia y que todos los demás le crea-
mos ese cuento.
En el año 2019 el ELN realizó 539 acciones militares documentadas,
con fecha, lugar, tipo de acción y contra qué unidad enemiga se eje-
cutó. Las bajas enemigas registradas (fuerzas militares, policías y pa-
ramilitares) fueron 866 (382 muertos y 496 heridos). El Ministerio de
Defensa llevará estos registros también, así como las acciones que
hacen contra nosotros. Como puede verse estamos en una Guerra o
Conflicto Armado, como quiera denominarse, pero es una realidad.
A Duque se le ha ocurrido que para dialogar con su Gobierno el ELN
debe aceptarle tres condiciones: no realizar acciones militares, no lle-
var a cabo acciones de privación de la libertad, ni recaudar tributos.
Pero estas tres las hace su Gobierno o cualquier Gobierno del mundo;
con la única diferencia que para ellos son legales.
En sana lógica, sería más talentoso que ni el Gobierno de Duque ni
nosotros realizáramos estas tres acciones y quedaríamos mano a
mano. Pues, si son malas porque las hacemos nosotros, igual le corre
para el Gobierno.
Pero no lo ven así, pues piensan que primero está la legalidad y luego
la solución del conflicto. Es una lógica enredada, quiere que primero
la Guerrilla actúe en los marcos de la legalidad, y sólo así se podría
pensar en dialogar. A qué Gobierno serio se le ocurre tal absurdo, pues
sería como querer tener un hijo sin antes concebirlo.
Toda Guerrilla revolucionaria que se respete y que se enfrente contra
un Gobierno, no aceptará la legalidad de dicho Gobierno si no se crea
otro marco de legalidad donde se contemplen los cambios o trans-
formaciones que la sociedad requiere. No por otras razones la gente
protesta como se ha visto de manera inocultable a partir del 21 de
noviembre pasado.
EDITORIAL
5