L
a fracasada Guerra contra las drogas decretada desde la pre-
sidencia de Richard Nixon (1969-1974), ha sido un rotundo
fracaso, porque según la ONU la producción mundial de co-
caína aumentó un 25 por ciento [1], y a su vez se incremen-
tó su consumo en los Estados Unidos. Bajo esta Guerra, los
imperialistas lanzan agresiones contra los pueblos, monopolizan los
carteles de las drogas y se lucran de las altas ganancias que obtienen
de mantener en la ilegalidad el consumo de drogas.
En Colombia el Consejo Nacional de Estupefacientes (CNE) en el 2015
prohibió el uso de Glifosato para fumigar los cultivos de uso ilícito,
tras acatar un Fallo de la Corte Constitucional que prohibió su utili-
zación, tomando como base un informe de la Organización Mundial
de la Salud (OMS), en el cual reiteran que el Glifosato afecta la salud
humana.
Bajo amenaza de sanciones, el tercer Gobierno de Uribe va a reanudar
las fumigaciones aéreas con Glifosato y para celebrar la obediencia
de las élites dominantes, pasó por Bogotá el Secretario de Estado de
EEUU.
Los trucos para imponer el Glifosato
Aprovechando la distracción de las festividades de finales del año
pasado, el Gobierno presentó 2 Proyectos Administrativos, a través
de los cuales pretende imponer los denominados Proyectos Pilotos
de Fracking y las aspersiones aéreas con Glifosato.
Cabe recordar que el Auto 387/19 de la Corte Constitucional señala
explícitamente, que las fumigaciones deben respetar el Acuerdo de
Paz y debe ser cumplido de buena fe por las autoridades, así lo ratifica
y ordena el Acto Legislativo 002 de 2017 [2].
Este Acto Legislativo no prohíbe las fumigaciones, pero si las con-
diciona en forma estricta y razonable; a su vez supedita al Gobierno,
antes de recurrir a la erradicación forzosa debe intentar la sustitu-
ción de cultivos de uso ilícito de común acuerdo con comunidades
–sustitución voluntaria o erradicación manual–, en otras palabras la
fumigación aérea con Glifosato es el último recurso.
DEBATES del CONFLICTO
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