E
l modelo neoliberal implantado en América Latina ha vuelto
ha hacer crisis; asistimos a un estallido social de grandes
proporciones en varios países que se laza en contra de los
Gobiernos de ultraderecha incondicionales a la política es-
tadounidense.
En el pasado mes de octubre con pocos días de diferencia hizo erup-
ción la inconformidad social en Ecuador, Haití y Chile; meses atrás
había ocurrido lo mismo en Argentina, siendo canalizado este 27 de
octubre con el triunfo electoral de Alberto Fernández y la derrota de
Macri. En estos estallidos sociales hay un común denominador, re-
chazo frontal al neoliberalismo, la corrupción y a la sujeción al capi-
tal transnacional.
El tope de las movilizaciones
Chile entró en la tercera semana de inmensas movilizaciones en toda
la nación, las más grandes y prolongadas desde el Golpe de Estado de
la CIA y Pinochet, en 1973; algo sorpresivo en el país del culto al mer-
cado y a la total individualización de la sociedad; sin embargo, las
angustias del endeudamiento mes a mes acorralan a la mayoría de
las familias, lo que acrecienta las desigualdades sociales y acumula
motivos para el estallido social.
El pueblo chileno ha despertado, esta reclamando el cambio de mode-
lo y de la Constitución heredada de la dictadura; rechaza los cambios
cosméticos y pequeñas reivindicaciones. La Mesa de Unidad Social y
las fuerzas de carácter más popular exigen una Asamblea Constitu-
yente, que se esta desarrollado desde la base, a través de centenares
de Cabildos y Asambleas territoriales.
La represión chilena se ha vuelto a mostrar en toda su crudeza, revi-
viendo los momentos del Golpe de Estado de 1973 y las épocas de la
dictadura; el Ejército y los tanques en la calle reprimen de la manera
más brutal, el Estado de Excepción, el toque de queda y el tratamiento
de guerra que le dan a la movilización popular, no ha logrado aplastar
el movimiento, la insatisfacción represada durante años es más fuer-
te que los métodos violentos del Estado chileno.
PATRIA GRANDE
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