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olombia es un país donde impera la injusticia, el ham-
bre, la pobreza y la desigualdad; según el Departa-
mento Administrativo Nacional de Estadística (DANE)
en 2018 la pobreza llegó al 27 por ciento, lo que quie-
re decir que en Colombia 13‘073.000 personas se en-
cuentran en situación de pobreza; de igual forma la desigualdad
en el ingreso de los hogares crece, ya que el Coeficiente de GINI
aumentó a 0,517 [1].
La pobreza multidimensional, que tiene en cuenta aspectos fun-
damentales como condiciones educativas, salud, trabajo, servicios
públicos domiciliarios y condiciones de vivienda digna aumentó y
llegó a 19,6 por ciento.
Pese a la pobreza y la desigualdad, pareciera que estas fueran par-
te del paisaje, una “normalidad” insoportable que ha hecho mella
en la sociedad y la ha vuelto insensible. Esta situación no es nueva,
por el contrario es histórica y fue una de las causas que llevo a los
elenos y elenas a alzarse en armas hace 55 años, y son las mismas
causas que hacen vigente y legitima la insurrección armada.
No a la violencia estructural
En la sociedad la élite ha enquistado el termino “gente de bien”,
para referirse a los estratos económicos altos, naturalizaron una
clasificación sectaria por estratos sociales, que en últimas justifica
la desigualdad; la autodenominada “gente de bien” se beneficia
del despojo de tierras y aprovechan las riquezas de todos en pro
de sus intereses.
Los elenos y elenas salimos de nuestros hogares para luchar por un
país para todos, a costa de una vida personal; salimos en la bús-
queda del Amor Eficaz que nos enseñó Camilo, con el objetivo de
interrumpir la sórdida indiferencia frente a la ignominia y la injusticia.
Debates del Conflicto
Revista Insurrección / Página 35