La parte alta y media de la cuenca del río Micay, que está conformada
por los municipios del Tambo, Argelia y López de Micay,
ha sufrido durante muchos años el abandono estatal y la
inversión social en este territorio ha sido casi nula.
Los habitantes de estos municipios, campesinos, indígenas y afrodescendientes,
abandonados por el sistema, son empujados a vivir
las más difíciles condiciones de miseria, y para no dejarse morir de
necesidades, se han visto abocados a sembrar hoja de coca, materia
prima para la fabricación de clorhidrato de cocaína, único producto
que casi no tiene competencia internacional y que goza de un mercado
asegurado, principalmente en Estados Unidos y Europa.
Los sembradores de hoja de coca, convirtiéndose en el primer escalón
de este negocio y quienes trabajan a costos o a pérdidas; viven permanentemente
sometidos y expuestos a enfermedades adquiridas
por el uso de agro-tóxicos, se convierten en el principal blanco de los
grupos paramilitares y bandas asociadas al narcotráfico, y para completar
la fatalidad, sobre ellos recae la mayor parte de la estigmatización
de este negocio y la represión de las diferentes instituciones del
estado, quienes en vez de brindar salidas dignas y protección como
colombianos que son, los criminalizan, judicializan y persiguen.
A diferencia de los cultivadores de hoja, los demás escalones de este
negocio, y quienes en realidad componen el narcotráfico, viven de
las inmensas ganancias que deja la ilegalidad y aliados de los poderes
empresariales, financieros, industriales e institucionales, tanto
militares, de policía y judiciales, legalizan y ven crecer sus riquezas,
mientras el primer escalón se debate en medio de la violencia, el asesinato
y la miseria.
El Pacifico colombiano y, puntualmente este territorio de la cuenca
del río Micay, vive también la desgracia de ser los pueblos dueños de
territorios ricos en vida, recursos estratégicos y futuro, pues la llamada
civilización del capital y el progreso les llega en forma de terror,
muerte y desplazamiento, sometidos por la clase dominante colombiana,
que se adjudican el derecho a disponer y explotar las riquezas
que poseen estos territorios, ven como es destruido todo el entorno
de vida que significa el territorio y con ello el aniquilamiento de sus
sueños e intereses colectivos.
DEBATES del CONFLICTO 35