Revista Insurrección 752 | Page 35

La parte alta y media de la cuenca del río Micay, que está conformada por los municipios del Tambo, Argelia y López de Micay, ha sufrido durante muchos años el abandono estatal y la inversión social en este territorio ha sido casi nula. Los habitantes de estos municipios, campesinos, indígenas y afrodescendientes, abandonados por el sistema, son empujados a vivir las más difíciles condiciones de miseria, y para no dejarse morir de necesidades, se han visto abocados a sembrar hoja de coca, materia prima para la fabricación de clorhidrato de cocaína, único producto que casi no tiene competencia internacional y que goza de un mercado asegurado, principalmente en Estados Unidos y Europa. Los sembradores de hoja de coca, convirtiéndose en el primer escalón de este negocio y quienes trabajan a costos o a pérdidas; viven permanentemente sometidos y expuestos a enfermedades adquiridas por el uso de agro-tóxicos, se convierten en el principal blanco de los grupos paramilitares y bandas asociadas al narcotráfico, y para completar la fatalidad, sobre ellos recae la mayor parte de la estigmatización de este negocio y la represión de las diferentes instituciones del estado, quienes en vez de brindar salidas dignas y protección como colombianos que son, los criminalizan, judicializan y persiguen. A diferencia de los cultivadores de hoja, los demás escalones de este negocio, y quienes en realidad componen el narcotráfico, viven de las inmensas ganancias que deja la ilegalidad y aliados de los poderes empresariales, financieros, industriales e institucionales, tanto militares, de policía y judiciales, legalizan y ven crecer sus riquezas, mientras el primer escalón se debate en medio de la violencia, el asesinato y la miseria. El Pacifico colombiano y, puntualmente este territorio de la cuenca del río Micay, vive también la desgracia de ser los pueblos dueños de territorios ricos en vida, recursos estratégicos y futuro, pues la llamada civilización del capital y el progreso les llega en forma de terror, muerte y desplazamiento, sometidos por la clase dominante colombiana, que se adjudican el derecho a disponer y explotar las riquezas que poseen estos territorios, ven como es destruido todo el entorno de vida que significa el territorio y con ello el aniquilamiento de sus sueños e intereses colectivos. DEBATES del CONFLICTO 35