Revista Imago Agenda 205 -FENÓMENOS PSICOSOMÁTICOS Revista Imago Agenda N° 205 (Otoño 2019) | Page 50
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te al lector de habla hispana. Muchas palabras entrelazadas en el
verso son extrañas a su lengua y por lo tanto no arrastran ningu-
na carga semántica. El talento del autor para confeccionar este
mensaje reside en su capacidad de combinar sonidos y resaltar la
regularidad de sus repeticiones. Aunque la comunidad hablante
ignore si ciertos significantes —como yambambe, solongo, tam-
ba— son inventados por el poeta o se trata de términos acuña-
dos en otra lengua ignorada, el efecto de goce poético es logra-
do. Pero no cualquier composición emitida por el aparato fona-
torio cruza esa barrera. El destinatario debe reconocer —sin la
dirección de la conciencia— la cualidad lingüística del so-
nido vocalizado, es decir si ellos, los sonidos del enunciado, se
ajustan al inventario preestablecido de fonemas y sus reglas de
combinación que rigen la estructura fonológica de su lengua.
Esta propiedad se cumple en el verso de Guillen para los hispa-
no hablantes, por lo cual el enunciado puede ingresar en el re-
ceptor como una producción significante aunque no le induzca
significado alguno. Pero una poesía, para lograr su objetivo de
goce, requiere alcanzar en el destinatario algo más, un efecto
de significación, sin el cual sería acogida como una ensala-
da de palabras sin sabor poético. Es preciso mirar con deteni-
miento que, aquí, el destinatario del efecto poético no se iden-
tifica al sujeto de la conciencia.
La oración baila yambó sobre un pie mezcla una palabra extra-
ña al español con otras que ya tienen valor significativo en nues-
tra lengua. Este recurso le permite al poeta que el destinatario
pueda suponer —apres coup— algún sentido al conjunto del ver-
so. No importa cuál porque lo esencial de este tipo de mensajes
es llevar al escucha al punto de quiebre de todo saber. El efec-
to de significación lejos de constituir el momento donde la fra-
se se comprende es precisamente donde el armazón semántico
se quiebra. Esa caída del saber conlleva un encuentro del sujeto
con lo real. Algo de la sublimación de la pulsión tiene su parte
en este juego puesto que resuena en el cuerpo. El goce poético
es hermano del goce del inconsciente.
Lo propio de la poesía cuando ella falla, es no tener más que una
significación, ser puro nudo de una palabra con otra.
“¿Cómo el poeta puede realizar esta hazaña, de hacer que un
sentido esté ausente? Reemplazándolo, a este sentido ausente,
por la significación. La significación no es lo que un vano pue-
blo cree. Es un lugar vacío”. 1
“La poesía es el vocablo virgen de todo prejuicio” describe a
su modo Vicente Huidobro. 2 La asonancia, la consonancia, la
aliteración, las reiteraciones de secuencias iguales de frases, de
palabras, de sílabas o de fonemas, en la medida que pueden ser
oídas desgajadas de imaginario, especifican el singular destino
de este tipo de mensaje verbal.
La interpretación: Es en tanto que una interpretación justa extin-
gue un síntoma que la verdad se especifica por ser poética.
Aunque la consecuencia relativamente inmediata entre una
interpretación y su efecto “terapéutico” no es lo habitual, el es-
tudio de los casos infrecuentes donde eso se produce, puede
servir de guía para entender la lógica de aquello que Lacan lla-
ma aquí “interpretación justa”. ¿Justa? ¿Precisa, exacta, verda-
dera…? ¿Cómo decidirlo? ¿Qué criterios emplear para estable-
cer cada una de estas opciones? Lo único que parece fácilmen-
te constatable para definir como justa una interpretación sería
a partir de sus consecuencias clínicas. Pero en este caso habla-
ríamos de interpretación eficaz. La pregunta sigue en pie: ¿qué
factores determinan tal eficacia?
“Si ustedes son psicoanalistas verán que es el forzamiento por
donde un psicoanalista puede hacer sonar otra cosa que el sen-
tido. El sentido es lo que resuena con la ayuda del significante.
Pero lo que resuena, eso no llega lejos, es más bien flojo. El sen-
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tido, eso tapona. Pero con la ayuda de lo que se llama la escri-
tura poética, ustedes pueden tener la dimensión de lo que po-
dría ser la interpretación analítica”. 3
Aquello que en el analizante se plasma como significado a raíz
de una interpretación es aleatorio, impreciso, aproximado. La
clave de la eficacia propiamente analítica, de “la operación ver-
dad” como nombró Lacan algunas veces a la interpretación, resi-
de en su magia poética. No se cura por guiar al sujeto en la rea-
lidad sino por confrontarlo con su verdad sin cuidar si el dicho
interpretativo es falso o verdadero. ¿Es cierto que el negro baila
sobre un pie? No daremos en el clavo sino de casualidad, marti-
llando con explicaciones por más inspiradas en Freud, Melanie
Klein o Lacan que pretendiéramos que fueran. Toda vez que la
intervención del analista prioriza el sentido sin apelar a su po-
tencial poético, sugestiona, o sea, vela la spaltung del sujeto en-
tre saber y verdad. Si es o no legítimo emplear la sugestión en
ciertos momentos del análisis, es una cuestión secundaria por-
que la central es cómo operar más allá de la sugestión en la di-
rección de la cura. Tratando de trasmitir su perspectiva del acto
analítico a un público que no conocía mucho su obra, Lacan se
expresó así en su segunda conferencia de EE.UU.: “La interpre-
tación —del analista— debe tener siempre en cuenta que en eso
que está dicho existe lo sonoro y eso sonoro debe consonar con
lo que es del inconsciente”. 4
También insistía, desde el comienzo de su enseñanza, en esta
especificidad del acto analítico ante otro público, el suyo, que pa-
recía bastante impermeable a su mensaje. Valga la siguiente cita
de ejemplo: “Si la interpretación no es más que lo que resulta del
material, quiero decir, si se elimina radicalmente la dimensión de
la verdad, toda interpretación no es más que sugestión”. 5
Sin embargo la dit-mansión de la letra en el ejercicio de nuestra
práctica no implica que la interpretación pueda desinteresarse de
la historia del sujeto, sus traumas, sus inhibiciones, sus identifi-
caciones, su deseo alienado, etc., con los que se nutre su realidad
psíquica. La intervención analítica necesariamente está inserta en
la trama significante que a esa realidad le da soporte. Pero si el
analista, guiado por su voluntad de sentido, se apresura a clau-
surar el malentendido con una versión cerrada, categórica, con-
cluyente, cierra con una mano la hiancia que abrió con la otra.
Los efectos esperables de la intervención significante del ana-
lista desde su posición de intérprete no redundan en la conso-
lidación de un saber, sino, como ya explicaba Freud, en el des-
pertar de las asociaciones. Lacan lo expresó así: “Así mismo ¿a
qué nivel son recibidos los efectos de la interpretación? Al de la
estimulación que aportan a la inventiva del sujeto. Me refiero a
la poesía de la que les hablaba hace un rato”. 6
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1. Jacques Lacan. L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre: Seminario
XXIV (1976-1977) —Inédito— Traducción de Susana Sherar y Ricar-
do Rodríguez Ponte para la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Clase 10
(15 de marzo de 1977).
2. Vicente Huidobro-prólogo a la edición española de Temblor de cielo (Ma-
drid: Editorial Plutarco, 1931).
3. Jacques Lacan. L’insu que sait de l’une-bévue s’aile à mourre: Seminario
XXIV (1976-1977) —Inédito— Traducción de Susana Sherar y Ricar-
do Rodríguez Ponte para la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Clase 11
(19 de abril de 1977)
4. Jacques Lacan. Columbia University Auditorium School of International
Affairs (1-12-1975). En: Conferencias y charlas en las Universidades Nor-
teamericanas (1975-1976) —Inédito— Establecimiento, traducción y no-
tas: Ricardo Rodríguez Ponte, para la Escuela Freudiana de Buenos Aires.
5. Jacques Lacan. La lógica del fantasma: Seminario XIV (1966-1967)
—Inédito— Traducción de Jorge Tarella para la Escuela Freudiana
de la Argentina. Clase 23 (21 de junio de 1967).
6. Jacques Lacan. El acto psicoanalítico: Seminario XV (1967-1968) —In-
édito— Traducción de Silvia García Espil para la Discurso Freudiano Es-
cuela de Psicoanálisis. Clase 3 (29 de noviembre de 1967).