Revista Huracán - Edición número 12 Edición 12 | Page 6

Sí, totalmente. Acá hay grandes jugadores como Christian, Rodofo, “el Pochi”, Walter, todos. Pero hay muchos que se dedicaron a la dirección técnica y cómo decía Hernán, tuvimos entrenadores que nos enseña- ron muchísimo en la parte futbolística y en la parte humana. Y lo tratamos de inculcar hoy en día a los ju- gadores que tenemos a cargo. Entonces fue una gran enseñanza Huracán, una gran familia. Y por sobre todo nos formó como hombres y cómo hombres de bien. Hoy en día, es brava la sociedad. Es brava. “El Guapo” Flores, uno de los más conocidos, se man- tiene reservado pero no quiere dejar pasar su momento para expresar gratitud y reconocimiento a la institución que los vio nacer, crecer y disfrutar: “Primero que nada agradecerle al club porque fue el lugar que nos acogió a nosotros de chiquitos y fue el nexo que pudo lograr que estemos acá, el punto de unión de todos. Las bue- nas, las malas, no tener un lugar ni las condiciones para entrenar, pero nunca importó eso. Era jugar al fútbol, di- vertirnos entre nosotros y tirar siempre para adelante”. ¿Hay algo más lindo que defender los colores de este club? Fue un sueño porque nací hincha de Huracán, siempre iba a la cancha y un día entrenar ahí para mí era una locura. Empecé a los siete años, estudiaba con algunos por lo que soy uno de los primeros que formó este grupo y habíamos tenido a Roberto Quinteiro de en- trenador. Él a los siete años ya nos decía que unos po- cos íbamos a llegar, ahí empecé a estudiar hasta que me recibí. Eso en todos los aspectos ayuda y al ser po- cos los que llegan después, cuando terminás la carrera te abre la cabeza para otras posibilidades en un futuro. “La Viuda” Vidal, pinta de cuerpo entero la diversidad que compone a la banda, con profesiones heterogé- neas pero unidas por el mismo sentimiento:  “Acá hay de todo: uno es carnicero, el otro verdulero, el otro abo- gado, uno ingeniero y todos disfrutamos, hablamos de la vida y la pasamos bien. La sobremesa, las anécdotas son siempre las mismas y la pasamos bárbaro”. Walter Álvarez, hoy escribano, sin hacerse cargo de sus épocas en la defensa, cierra con una sencilla re- flexión: “Quisiera decir que yo era 10, ja. Lo que im- porta es que luego de tanto tiempo, cada reunión es como un entrenamiento de los de siempre, parecería que esa relación que se formó y se daba en el día a día sigue ahí. Venimos con ganas y nos matamos de risa”. Hernán De Lima con sus palabras, representa tal vez, la imagen que cualquier quemero tiene de un par en la tribuna y con una estocada al corazón logra emocionar: “Quemero como todos, todo esto refleja el sentido de pertenencia. Acá hemos vivido del fútbol y la pasión, compartir estas reuniones, poder volver a rememorar lo que hicimos cuando fuimos chicos. Se ve reflejado acá lo que nuestros técnicos fomentaron en su momento. Está claro que Huracán es grande por su gente y mu- chos de nuestros formadores nos inculcaron eso, que el club está por encima de todo y todos, si alguno vino de otro lado también terminó siendo hincha de Huracán”. De las vivencias que se han escuchado en los pasillos del Ducó, que recorren las canchas de La Quemita y que viven en las paredes de la sede social, esta es una de las que mejor sintetiza el amor por el club: la amistad perdurable de una generación entera de ex jugadores y el maravilloso poder de una pelota para regalarnos historias como ésta.