Fotógrafo: Oscar Mora.
Cuento
Alejandro Arce
Sexto B
Javier era un estudiante de octavo grado del Colegio
Unidad Pedagógica, un colegio grande a las afueras
de la ciudad. Un día, al salir de clase, tuvo que ir al
baño, pero hubo un inconveniente, se demoró mucho
y su bus escolar lo dejó. Se dirigió a secretaría pero no
había nadie, estaba solo en el colegio. Él, preocupado,
llamó a su padre.
—¿Aló? —dijo Javier.
—Aló, ¿hijo? —respondió su padre al otro lado del teléfono.
—Sí, soy yo.
—¿Qué pasó?
—Me dejó la ruta —dijo con una voz débil—. No queda
nadie.
—No puedo recogerte. Tendrás que venirte solo —su
padre colgó.
Javier se sentó en el sofá vinotinto de la entrada de la
secretaría, abrió su maleta y miró su billetera. Como
se movilizaba solo por la ciudad tenía una tarjeta «Tu
llave», que le servía para coger Transmilenio y sitp, medios de transporte público utilizados en Bogotá, y cinco
mil pesos.
Salió del colegio hasta llegar a la carretera llena de
carros pero sin avanzar, por el tráfico. Unos diez minutos después pasó un alimentador que iba para el Portal
Suba, la estación de Transmilenio más cercana. De ahí
podría coger algo que lo llevara a su casa. Javier sacó la
mano pero el bus no paró, y empezó a correr detrás de
él gritando.
—¡Pare!
Cuando estuvo muy cerca, el bus frenó en seco, por lo
cual Javier se llevó un golpe en la cara. Adolorido, se
subió al bus y estiró su mano por la pequeña rendija
con los cinco mil pesos. El conductor los agarró.
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