Introducción
Habremos de pararnos sobre los hombros de Italo Calvino para proponer nuestra propia interpretación de Iván Ilich y entender cómo este, en referencia a Por qué leer los clásicos, puede llevar tal título. Mientras que Calvino decidió ejemplificar Dos húsares, nosotros lo haremos con la obra anteriormente mencionada.
La muerte de Iván Ilich es una de las obras más importantes de Tolstói la cual, así como en el resto de sus trabajos, ejemplifica un pensamiento filosófico y harto crítico de su época, de la vida del hombre. Una novela corta, parte de los últimos trabajos en la vida de Tolstói, tiene como protagonista a un hombre que desde pequeño ha sido educado para formar parte de una clase burguesa rusa. Su vida entera se ve ligada y condicionada por su trabajo en el ámbito judicial, hasta llevarlo a los extremos más tristes contra los que siempre luchó Tolstói; una constante de vacío y de falsas relaciones en la vida del protagonista, de las cuales solo se dará cuenta en sus últimos días.
Por otro lado, Por qué leer los clásicos, de Italo Calvino, es una suerte de ensayos cortos, reunidos a través de años, en los que el autor expone las razones por las cuales ciertos autores serían, para él, « clásicos »; término al que anteriormente le ha dado una serie de definiciones, ligadas a su lectura, relectura, encuentro y descubrimiento con la obra. Desde Joseph Conrad, pasando por Voltaire y Pasternak, hasta llegar a Balzac y Cesare Pavese, y muchos más autores que de una u otra manera se han arraigado a la vida de Calvino en un lugar especial; aquellos que forman parte de esa « biblioteca dispar » que menciona Borges en su colección personal.
Aunque todas las definiciones de Calvino son importantes, a continuación se presentarán una parte de estas, que no son sino las que hoy verdaderamente nos competen.
Alguna vez Nina Simone dijo que el deber del artista era poner en evidencia los tiempos en los que vivía. Durante la historia, a pesar de todo, son muchísimos más los que no lo han hecho que los que sí. Aquellos que han logrado plasmar una época en cualquiera de sus obras, con la maestría tal de quienes son dignos de llamarse « maestros », no solo han inmortalizado dichos tiempos sino también su nombre mismo. Estos han dado cuenta de su contemporaneidad de distintas maneras, y cada una ha llevado al hombre, generación tras generación, a conocer tiempos y culturas que ahora lucen ajenas a nosotros; que ahora no son sino colores, sonidos o palabras-aunque maravillosas- como retazos de historias de tiempos completamente diferentes a los actuales. Pero ¿ qué ocurre, entonces, con aquellos que llegaron incluso más lejos? Podemos llamarlo coincidencia, suerte, o cualquier otro caso inusual que deje a un lado al autor y le dé el papel a la historia por sí sola. Pero sería injusto y hasta hipócrita. Como Tolstói, como otros, ha habido quienes descifraron las realidades más humanas, las verdades de la existencia que persisten y siguen latentes hoy en día. Es fácil evidenciarlo. ¿ O acaso la obra de Kafka no sigue demostrando el absurdo de los procesos y de las entidades públicas en su labor en todo el mundo, después de haber sido escrita hace más de cien años y en un contexto enteramente checo? ¿ La disputa entre Antígona y Creonte no se convirtió, así como otras tragedias, en la base de problemas de Derecho actuales, y de estudios para el entendimiento de las pasiones humanas que todavía hoy siguen vivas en nuestra cultura, a más de dos mil años de haber sido escritas? Así mismo, otros pocos siguen vigentes en todo el mundo, casi sin ninguna diferencia mayor a la de su tiempo. Calvino( 1993) afirma:
Los clásicos son esos libros que nos llegan trayendo impresa la huella de las lecturas que han precedido a la nuestra, y tras de sí la huella que han dejado en la cultura o en las culturas que han atravesado— o más sencillamente, en el lenguaje o en las costumbres—.( p. 15)
La muerte de Iván Ilich da cuenta de la alta sociedad rusa del siglo xix, de la cual, por lo que se demuestra en este y otros textos, Tolstói difería sobremanera. Una sociedad enteramente concentrada en costumbres y obligaciones como guías para una vida exitosa, tal como ahora mismo, que iba en búsqueda de una educación superior en Derecho, Medicina, Economía, etc. Tras esto, la consolidación de una familia, alternada con el constante ascenso en el trabajo y con el incremento de capital; la unión y participación en ciertos sectores aprovechando sus influencias; y así, durante lo que le quede de vida, con la esperanza de que sus hijos sigan esos pasos. Pero quizá la palabra « vida » no sea la correcta. Aunque el título es La muerte de Iván Ilich, no se refiere a ese último momento de la novela, pues este resulta como una liberación; se refiere a todos los años entre la escuela de juristas en la que Iván Ilich cursa, pasando por los de trabajo, hasta los
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