Editorial
El presente número ha sido la continuación de un aprendizaje. Como espacio de
experimentación y bajo los parámetros de la publicación, hemos tenido múltiples
peripecias que nos convocan a la permanente reflexión. Teniendo en cuenta el espíritu
democrático que sustenta este proyecto, nuevos estudiantes se han sumado al grupo y
las decisiones se han tomado de manera mancomunada. Por lo mismo, la distribución
y organización del trabajo tuvo varias modificaciones que permitieron una mejor
organización de cada uno de nuestros comités.
La idea de la escritura como taller, como ejercicio que impone una revisión constante,
un releer y corregir y realizar nuevas versiones de sí mismo empapa los procesos mismos
de la revista. Revisarnos, reescribirnos, rehacernos es el proceso constante en el que
nos hemos movido. Nos satisface gratamente haber contado con un número mayor de
estudiantes que han querido involucrarse en este proyecto.
Aprendimos que además de la literatura, de la producción escrita, para dar continuidad a
nuestra revista fue necesario aprender la técnica, el manejo de las herramientas digitales que
cristalizan los procesos de los estudiantes y los sueños de nuestro semillero. Para ello, la ayuda
de quienes sabían un poco más y de las mentes más jóvenes inmersas en el mundo de lo digital
fueron imprescindibles. Seguimos ensayando y tanteando, que es la mejor manera de aprender.
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