Revista Foro Ecuménico Social Número 8. 2011 | Page 83
Responsabilidad Social y Ciudadana
Nuestro deseo es
que con este mundo
que se va extinguiendo,
no muera el mundo,
sino que comience
otro, con más espíritu
que materia.
102• FORO
Creo que existe un factor que estuvo, está y estará siempre presente en
toda decadencia social y cultural, desde
el comienzo de la historia: la falta de una
mística, de un estímulo capaz de movilizarnos. De una política que –para decirlo con Paúl Valery- sea, ante todo, una
“política del espíritu”.
La pérdida de un entusiasmo colectivo genuino, convocante, capaz de arrastrar voluntades en armonía con los planos humanos más evolucionados. La
pérdida del trabajo por el bien común,
de la nivelación hacia arriba, la justicia,
la ed ucación, la ética, los modelos. La pérdida del
amor por la tierra. En
fin, de aquello que
todo lo mueve y todo
lo puede.
Nuestra visión –que
nuevos países alientan en forma creciente– nuestra lectura acerca de estos acontecimientos, y nuestro deseo es que con
este mundo que se va extinguiendo, no
muera el mundo, sino que comience
otro. Con más espíritu que materia. Con
un nuevo empuje de modernidad, con
sabiduría, humildad, y visión para discernir y priorizar.
Argentina y Brasil, con realidades
nuevas basadas en ventajas comparativas, fuertes inversiones e industria en el
segundo y creciente producción primaria en el nuestro. Naciones que aprendieron a sostenerse con lo propio, luego
de tristes realidades. Naciones que aspi-
ran al desarrollo industrial y al agroindustrial. Y que, por sus riquezas naturales, son proveedoras de alimentos, de
energía, de tierra y de agua.
Rusia, China e India, generando nuevas políticas capaces –entre otras prioridades– de comenzar a alejar la pobreza
extrema, mediante inversión y consumo.
El mundo, tal como ha sido creado,
es para siempre y por los siglos de los siglos, para decirlo con palabras bíblicas.
Lo que es cambiante y errática es nuestra
concepción de mundo. Tal vez estemos
asistiendo al fin de una era, algo incierto
pero estremecedor y avasallante
De modo que, felizmente, de algo
podemos estar absolutamente seguros:
en el mundo y en las comunidades humanas siempre será posible aquello cuya
falta sentimos: el ejercicio de una mística
de progreso y paz que resurgirá cuando
se apague ese que se extinguió y renazca,
como en tantas otras veces, el nuevo. Que
tal vez sea, con libertad verdadera, más
justo, mas ético. Con líderes que apunten hacia la grandeza, con gente mirando
hacia ella y no a la aterradora frivolidad
cotidiana, con caracteres profundos, con
preocupación, con más soluciones que
diagnósticos. Y con el cumplimiento de
aquello que se hace posible cuando surge
la luz: los “sueños” y “anhelos”.
El mundo siempre se regeneró a sí
mismo y lo hizo para mejor. La historia
lo prueba, la ciencia lo aprueba, lo más
excelso lo ha anticipado de era en era, de
tiempo en tiempo. •