Revista Foro Ecuménico Social Número 8. 2011 | Page 13
Reconciliación y religión
Darío Feiguin
La buena leche
Rabino de la Comunidad Amijai
La nota en el Noticiero tenía un tí-
tulo provocador. Decía con letras bien
grandes: “LA MALA LECHE”.
El doble sentido era claro: hacía referencia a la leche subsidiada, cuyo destino
debía ser pibes de familias pobres en la
provincia de Buenos Aires, pero que –En
realidad y misteriosamente– aparecía a la
venta en algunas ferias de Paraguay. Alguien, o algunos, se apoderaron de lo que
no les corresponde, pero peor aún: privaron de tal vez su único alimento, a miles
de chicos.
Todo robo es un delito. Hasta el simpático Robin Hood cometía un delito al
robar a los ricos para darle a los pobres.
Y la Biblia es categórica y sin vueltas;
dice: NO ROBARÁS, a secas.
Pero no todos los delitos, ni todos los
robos son iguales. Robar en una escuela,
en un hospital, en una Iglesia, o robar la
leche de pibes hambrientos, nos habla de
lo bajo que caímos como sociedad, y de
lo que somos capaces de tolerar, a partir
de una moral relativista y a medida, de
acuerdo a nuestra propia conveniencia.
Más allá de la crónica periodística y
de la devaluación de nuestros valores éticos, me golpeó lo que el título provocador generó en mi espíritu.
Muchos pensadores y filósofos sostuvieron a través de la historia, que el
hombre nace bueno por naturaleza, y
que es la vida lo que lo transforma en
malo. A diferencia de esta postura, la
teología bíblica, llevada a la enésima po-
tencia por el pensamiento rabínico en el
Talmud y los Midrashim, sostiene que el
hombre tiene dentro de si la capacidad y
la posibilidad de elegir entre el bien y el
mal. No estamos pre-determinados por
un Moira o un Karma a ser buenos o
malos. Elegimos ser lo que somos.
En este sentido, algunos ya aprendimos –y vemos clarito como el agua–
cuándo las intenciones son buenas o
malas, constructivas o destructivas, inclusivas o egoístas, sensibles o soberbias, frontales o traicioneras. En síntesis, sabemos cuándo hay buena leche o
mala leche.
Los rabinos machacaban una y otra
vez con esto: aléjate de quien viene con
malas intenciones, y acércate a quien
viene con buenas.
Todos los seres humanos nos equivocamos, especialmente aquellos que creemos que en la vida hay que HACER. Obviamente, quien
hace menos se equivoca
menos; aunque en mi
opinión se pierde la oportunidad
única de vivir con
todo. Pero el tema
no es equivocarse
o no. El tema ni
siquiera tiene que
ver con el qué ni con el
cómo. Tiene más que ver
con el para qué; con las intenciones, con las finalida-
La teología bíblica
sostiene que
el hombre tiene
dentro de si
la capacidad y
la posibilidad de elegir
entre el bien y el mal.
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