Revista Foro Ecuménico Social Número 8. 2011 | Page 19
Reconciliación y religión
norma ética, por tanto el evangelio antecede a la ley.
Pero soy consciente que vivimos en
una sociedad pluralista en la que convivimos con personas y grupos que son
fieles a diversos credos o partidarios de
diversas ideologías, y que por tanto sostienen otras premisas para la construcción de sus sistemas de valores. El Foro
Ecuménico Social es un ente interreligioso donde se verifica esta realidad.
Pero hay valores que se encuentran representados en diferentes sistemas, aunque quizás con otro peso y rango en su
respectiva escala. Sin entrar ahora en detalles, podemos afirmar como ejemplo,
que tanto en la ideología atea marxista, en el credo judío, en el credo islámico como en la fe cristiana, la solidaridad
será un valor que puede derivarse de sus
respectivas premisas de valores, aunque
éstas sean diferentes, y por tanto podrá encontrarse en su respectivo sistema de valores, si bien tal vez en rangos y
con acentos diferentes. Esta coincidencia junto con otras coincidencias similares –pongamos por caso la honestidadson elementos fundamentales para la
construcción de una sociedad en la que
se pueda vivir en plenitud y convivir en
paz. Un sistema de valores consensuado
por una sociedad se hace carne y hueso
en cada individuo de esa sociedad y pauta su actuar sin necesidad de la constante
aplicación del rigor de la ley, y en ciertos
casos incluso pautará acciones que van
más allá de las exigencias de la ley.
El sistema de valores que consensuamos a partir de la fe cristiana en perspectiva protestante no pretende su imposición a la totalidad de los miembros
de una sociedad. No es un sistema cerrado. Si así fuera, tendería a la exclusión
de personas de la comunidad cristiana o
de la sociedad, cuando Jesucristo precisamente buscaba la inclusión de todos y
todas, restaurándole la dignidad a aquellos que en la sociedad carecían de ella.
El aporte de la comunidad cristiana a la
sociedad en general no es el de lograr
la aceptación de un sistema de valores
definido y clausurado, sino buscar desde
la tradición cristiana un sistema abierto
al diálogo a fin de construir un marco
de pautas dentro del cual todos y todas
puedan encontrar un lugar y desarrollar
una vida plena. Un sistema de valores
inspirado en las premisas de la fe cristiana siempre se va a concebir como un
sistema crítico de los valores imperantes, sean cuales fueran sus premisas.
Cuando hablamos de crisis de valores es porque desde la visión crítica
de un sistema de valores consensuado
como la justicia, la libertad, la responsabilidad, la honestidad, la moderación,
etc. vemos que otros valores, que podrían ser considerados como “antivalores”, desde que no ayudan a construir
una sociedad en la que todos y todas
puedan desarrollar una vida plena y una
convivencia en paz, han ido ganando
solapadamente una vigencia creciente,
como la injusticia, la opresión, la irresponsabilidad, la corrupción, la ambición
desmedida, el clientelismo, etc. La consideración y preocupación por el otro,
por el semejante, es desplazada
por el egoísmo y la búsqueda casi obsesiva de
autorrealización. Las
crisis económicofinancieras de los
últimos tiempos
efectivamente tienen su origen en
la ambición desmedida de inversores y prestamistas y la
falta de responsabilidad
de quienes toman préstamos, de quienes están en-
En una sociedad
pluralista convivimos
con personas y grupos
que son fieles
a diversos credos
o partidarios
de diversas ideologías,
y que sostienen otras
premisas para
la construcción
de sus sistemas
de valores.
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