Revista Foro Ecuménico Social Número 7. 2010 | Page 88

Responsabilidad Empresaria Diego Videla Una crisis ética, cultural y hasta filosófica Director de Asuntos Institucionales del Banco Galicia A pesar de su aparente triun- El mercado debe estar al servicio del hombre y la comunidad, de su expansión integral. 106•FORO fo político, económico e ideológico, las tesis de Adam Smith –que de la mano de un capitalismo vigoroso señaló al mercado como el más dinámico motor de una energía expansiva de riqueza y crecimiento– dos hechos de vasta gravedad internacional han venido a desafiarlas recientemente. Primero la crisis 2008-2009 de Estados Unidos y el resto del mundo, y en 2010 la reciente en los mercados desatada por Grecia. Todas estas con un denominador común, la gran irresponsabilidad de los bancos de inversión de Estados Unidos y Europa. ¿Se trata de un fenómeno meramente económico y financiero o de un hecho que interpela al concepto mismo del liberalismo al uso de nuestros días? Creemos que estamos frente a un escenario que excede ampliamente esos ámbitos y que desenmascara, como todas las cuestiones humanas, una crisis ética, cultural y hasta filosófica de fondo. Es que, como ya lo advirtió Max Weber en su clásica relación entre ética y capitalismo, el capitalismo moderno es inentendible sin presupuestos básicos: la acumulación de riqueza no como un fin en sí misma, sino como un medio para producir más riqueza y desarrollo para la comunidad. Es decir transformando la riqueza no sólo en ganancia sino en inversión. Y preceptuando la vigencia de una ética universal, sin lo cual no existe el clima de confianza, de genuina transparencia que el libre mercado requiere para un desarrollo deseable. En caso contrario, el fluir de los hechos caóticos nos pone frente a la evidencia de un grave error que es, ante todo, moral: una debacle. Y no es el único riesgo que amenaza al liberalismo sin reglas y que constituye una lección a aprender. Porque, en el fondo, todos estos problemas son problemas de educación. Los otros riesgos son, en efecto, la miopía simétrica de dos fundamentalismos: el del individualismo salvaje por un lado y del estatismo autoritario por el otro: dos caras, en definitiva, de la misma moneda e igual de nefastos para el desarrollo de los pueblos. En cambio, en su “Teoría de la Justicia”, por ejemplo, John Rawles despojó al liberalismo de su carácter meramente utilitarista. Su prioridad estriba en la justicia. De tal manera que un liberal de verdad no sólo ha de defender la libertad como un valor abstracto. Es preciso que bucee en lo más hondo de esa filosofía política: el mercado debe estar al servi-