Revista Foro Ecuménico Social Número 6. 2009 | Page 115
Responsabilidad Empresaria
El primero es la globalización. Con
ella se produce un fenómeno de gran escala: “El Estado no pone las reglas sino
el mercado, convertido en el principio
organizador de la sociedad en su conjunto”, tal como lo señala el ensayista mexicano Jesús Barbero.
El segundo, el nuevo contrato social.
En los últimos años ha surgido un redescubrimiento de la ética, la sociedad ha
modificado su visión sobre la justicia, la
inequidad y los manejos políticos y laborales. Se está comenzando a ver a la empresa como un lugar de responsabilidades
compartidas, un reto común para empleador y empleados. De allí, entonces,
de ese acento requerido en el compromiso corporativo, surge la RSE como un
fenómeno que ha llegado para quedarse.
Las empresas tienen una relación
fuerte con la sociedad y es en ese contexto en el que la RSE se desarrolla. Hay
estudios que han puesto en duda los
conceptos universales de la RSE, que no
pueden aplicarse de una manera acrítica
en cualquier contexto y cualquier país.
Es así que la realidad social de los países latinoamericanos, por ejemplo, obliga a que el paradigma de la RSE se desarrolle de acuerdo con los desafíos que
tiene esta sociedad, generando nuevas y
diferentes modalidades a las europeas o
americanas.
Obviamente no es lo mismo plantearse políticas en los países centrales
que en los emergentes. Por ejemplo si
comparamos la distribución del ingreso
según el asesor principal de PNUD, Bernardo Klisberg. En la entrevista que le
realizó José Natanson, 2007 puntualiza:
“Latinoamérica no es la zona más pobre,
pero sí la más desigual” La distancia entre el 10% de mayores ingresos y el 10%
de menores ingresos es de 50 a 1. Mientras que en España es de 10 a 1 y en Noruega es de 6 a 1.
En la misma línea, vale la pena traer
algunos números sobre la situación en
Latinoamérica: Pese a la bonanza económica y a la enorme cantidad de medidas progresistas en muchos gobiernos
latinomericanos, la pobreza en números
absolutos se ha incrementado. En 1980
había 137 millones de pobres, actualmente 205 millones. Si bien porcentualmente hubo una reducción de 1.5% hoy
hay 70 millones de pobres más.
En la Argentina tenemos algunos datos que reflejan también una reducción
porcentual de hogares bajo la línea de
pobreza: comparando el 1er semestre
del 2007 (15,6%) con el semestre de oct.
2007 a marzo de 2008 (13,8%), lo que
arroja una diferencia de casi un 2%.
En lo referente a personas bajo la línea de pobreza la diferencia va de 21,8 a
20,6 (1,2% de diferencia) pero el valor es
todavía muy alto y se prolongó durante
largo tiempo, esto implicó un profundo
deterioro de los vínculos familiares y sociales que cambiaron el mapa social. Recordemos que hasta fines de la década
del ’80, la pobreza en Argentina era considerada un problema residual que alcanzaba sólo al 6% de la población. Varias
circunstancias económicas y
políticas, como la hiperinflación, la recesión económica de la década del ’90, y
la posterior crisis política, dieron como resultado que el índice superara el 30%
a finales del 2001.
Este proceso de
deterioro que se desplegó en los últimos
30 años y sus resultados se evidenciaron descarnadamente
en la crisis del 2001; se
produjo un proceso de-
Se produjo un proceso
demoledor:
el rompimiento
del tejido social
e institucional que
no llevará poco
tiempo reconstruirlo.
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