Revista Foro Ecuménico Social Número 12. 2015 | Page 6

Atrio de los Gentiles en la Argentina P. Francesco Ballarini Recrear un clima de convivencia y de reencuentro Presidente del Foro Ecuménico Social. Fundador de la Casa del Niño Lourdes Card. Ravasi, Rectora Myriam Cortés Diéguez y P. Ballarini en Universidad Pontificia de Salamanca. Es muy necesario y urgente hoy pasar de una cultura de contraposición a una cultura de encuentro, teniendo a la fraternidad como horizonte. 6• FORO Entrando en el Aula Magna y Magnifi- ca de la Universidad Pontificia de Salamanca quedé impactado por los bellísimos frescos que nos rodean en el techo y en las paredes. Enseguida me vino a la mente una palabra latina: convivium, que significa “convivir juntos”. En esos frescos vemos a docentes de distintas disciplinas y alumnos juntos, y me parece que todos, en esos días, hicimos la experiencia de haber sido invitados a participar y a compartir un gran banquete de ciencia y de sabiduría. Y este banquete ha sido un gran alimento para nuestra alma. Si hay algo que ha caracterizado al Foro Ecuménico Social desde su comienzo en 2001, en medio de una profunda crisis social, económica y política en la cual se vio sumergida Argentina, fue recrear un clima de convivencia y de reencuentro. Ese mismo clima es lo que hemos vivido en el Atrio de los Gentiles. A través de múltiples y variadas iniciativas, en todos estos años, el Foro Ecuménico Social ha ido creando espa- cios de diálogo y de convivencia sabiendo que es muy necesario y urgente hoy pasar de una cultura de contraposición a una cultura de encuentro, teniendo a la fraternidad como horizonte último al cual siempre hay que mirar. Para lograr eso me parece imprescindible y muy atinado lo que escribía años atrás el Patriarca Atenágoras (18861972), un gran hombre de diálogo: “Es necesario afrontar la guerra más dura: la guerra contra sí mismo. Es necesario llegar a desarmarse. Yo he luchado en esta guerra durante muchos años. Es una guerra difícil. Pero ahora estoy desarmado. Yo no temo a nada, porque el amor arroja fuera el temor. Estoy desarmado de querer siempre tener la razón y de justificarme, descalificando a los demás. Ya no soy guard