Si algún atrevido intruso hace caso
omiso del derroche de brillo, entonces el
colibrí dueño entona su garganta y comien-
za a hacer llamados y vocalizaciones para
que el entrometido se percate de su pode-
río y fuerza. Generalmente, usar estas dos
conductas cumple el objetivo de detener
los embates de los combatientes usando
la menor energía posible. Sin embargo,
algunos intrusos se aventuran a alimen-
tarse del néctar de las fl ores que están
bajo protección del colibrí dueño y es ahí
cuando estas aves comienzan a hacer uso
de conductas que implican mayor costo
energético, las persecuciones. Los propie-
tarios del jardín perseguirán a los foraste-
ros hasta sacarlos de las inmediaciones de
sus fl ores, la reacción es tan veloz y con
tal fi ereza, que al disponerse a perseguir
a los intrusos los colibríes semejan el lan-
zamiento de una fl echa llena de veneno
contra las fuerzas enemigas.
Declaración de guerra
(patrullaje, despliegues de brillo, vocaliza-
ciones y persecuciones) entonces usarán
el arsenal de mayor efi cacia para expulsar
intrusos, los ataques. Consisten en con-
tacto físico agresivo (golpes) contra el
intruso con la fi el intención de causarle
El tan afamado dicho “En la guerra todo
se vale” suele ser un hecho y en el caso de
estos pequeños guerreros no es la excep-
ción. Si los intrusos violan los fi ltros de se-
guridad que el colibrí dueño ha implemen-
tado para limitar el acceso a las fl ores
Ante el arribo de un intruso y justo antes de iniciar un ataque contra él, un colibrí capucha azul hace alarde de su autoridad vocalizando y desplegando sus alas
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