Revista EntreClases Nº 6. Mayo 2020 | Page 37

¿Se siguen utilizando sustancias que deberían preocuparnos?

Gran parte de los esfuerzos del pasado se centraban en sustancias específicas consideradas nocivas. El problema es que puede pasar mucho tiempo antes de que dispongamos de datos suficientes para demostrar que lo son y, mientras tanto, estas se propagan. Abordar los problemas derivados del plomo de la gasolina y algunos pesticidas es un ejemplo de este tipo de intervenciones. A veces, las sustancias de reemplazo resultan igual de nocivas, de una forma u otra.

Por otro lado, son cada vez más inquietantes los riesgos que plantea la exposición a mezclas de sustancias químicas y el modo en que estas actúan cuando se combinan, un aspecto que normalmente no se tiene en cuenta al evaluarlas. Por otra parte, ahora sabemos que algunos grupos de población, como los niños y las personas con enfermedades crónicas, son más vulnerables que otros.

Es más, no todas las sustancias tienen efectos inmediatos, sino que pueden dar lugar a enfermedades con el paso de los años, como es el caso de los disruptores endocrinos.En general, nuestros conocimientos acerca de los efectos de la presión química global sobre las personas y los ecosistemas siguen siendo muy escasos.

Por lo tanto, las iniciativas emprendidas son numerosas, pero siguen surgiendo preguntas: ¿estamos utilizando las herramientas adecuadas para abordar la gestión de tantas sustancias químicas? ¿Podemos hacer algo más para estudiar el ciclo de vida de los productos y las sustancias químicas?

Ana Ariza y Ángela García, alumnas de 3º ESO A de Física y Química con la profesora Alejandra Macías