Fue Leornado de Pisa, más conocido como Fibonacci quien en 1202, publicó su obra Liber abaci, la cual, aparecía la siguiente cita: “Las nueve cifras indias con 9, 8, 7, 6, 5, 4, 3, 2,1. Con estas nueve cifras y el signo 0, al que los árabes denominan zephyrum, se puede escribir cualquier número”.
De modo que, ¡ya tenemos a quien echar la culpa de nuestros ceros en los exámenes!
El cero es un sujeto muy peculiar:
Si lo sumas te deja igual
Si lo multiplicas te fulmina
Si lo divides no te toca nada
Si él te divide entras en una dimension desconocida
Parece sencillo sumar o restar la nada a una cantidad: te quedas con lo mismo que tenías
Multiplicar por el cero tiene consecuencias desastrosas: cualquier número cero veces, es decir, multiplicado por 0, se reduce a la nada.
Pero, hablemos de la división. En una división 8/0 = b, se debe cumplir que 0xb=8, pero como ya sabemos, no hay ningún número que multiplicado por 0, de una cantidad diferente de esta. Por lo que llegaríamos al absurdo de que 8=0. Y lo mismo pasaría si en vez de 8 hubiésemos utilizado cualquier otro número. De modo que, lo más prudente es evitar la divisón por cero.
Así que, de ahora en adelante, si alguien intenta despreciar a esta cifra, recuérdale su curiosa evolución e importancia, y cómo hoy en día está presente en todos nuestros ámbitos (grados de temperatura, medidas de longitud…).
Quizás el 0 no esté tan mal, ¿no? Pues, cuando estudiamos suele venir acompañado del 1 y entonces lo que nos encontramos es un ¡10!
Teresa Fernández , Lola Espárrago y Ángel González, alumnos de Matemáticas del profesor Vicente Parejo