Las almas buscan el cielo.
Tu alma y mi alma se miran fijamente,
enamoradas,
vivas,
preciosas,
se agarran de la mano y suben;
suben lentamente.
Entonces,
mi alma te mira a los ojos,
tus ojos son inmenso mar
donde navego,
donde me ahogo,
donde nos besamos.
Tus besos no me dan fuerzas,
me dan alas
y subimos más y más alto.
En aquel momento rozamos el cielo
y por última vez
recuerdo tus mileflua risas,
tus etéreos ojos,
tus limerentes miradas
y a ti mi verde serendipia.
Entonces ya no somos almas, no.
Somos recuerdos.
Nuestras almas
Adrián Granado, alumno de 2º Bachillerato.