sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de
Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un
símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.
Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad
de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de
su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la
heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión