Revista Elevación Nº1, Noviembre 2014 | Page 28

El Ángel de la Armonía Imaginemos por un momento lo que pasaría si un Ser perteneciente a la quinta dimensión viviera en nuestro plano físico, y como él o ella se vería ante los ojos de los demás. Esa persona representaría el perfecto equilibrio entre la cabeza y el corazón, la voluntad y el amor, el interior y el exterior, el trabajo y el juego, la quietud y la acción, la impresión y la expresión, el escuchar y el hablar, el recibir y el dar, la irradiación y la atracción. Esa persona imaginaria sabría seguramente cómo vivir. Tendría un flexible y relajado campo de energía y una conciencia del equilibrio total, lo cual es otra forma de estabilidad definida como regularidad, aplomo y seguridad en sí mismo. Todas las cosas parecerían encontrarse unidas, lo cual es el significado del vocablo griego “harmozein”, del cual se deriva nuestra palabra armonía. Y como un subproducto de este orden, equilibrio y armonía, esa persona irradiaría una sensación de paz, de serenidad y de tranquilidad. Qué maravilloso sería si todos expresáramos esa misma clase de energía, ese mismo estado de conciencia. Por cierto que la imagen que tendríamos de nosotros mismos sería diferente y que, sin temores ni culpas, podríamos incluso comenzar a vivir honestamente, como a todos nos gustaría hacerlo. Y eso sin decir que las demás personas se sentirían muy contentas de estar junto a nosotros. No podríamos fingir. Pero si tratamos durante un tiempo de representar un rol de orden y armonía, desde el punto de vista de la personalidad humana, muy pronto nos convertiríamos en hermosos pero repugnantes robots, en dulces máquinas excesivamente controladas, emanando permanentemente un aire protector y condescendiente. ¿Has conocido a esas personas que presentan una perfección superficial, pero tan delgada que se puede ver a través de ella? Y, detrás de esa máscara de imperfecta superioridad, en todas ellas encontramos una revuelta masa de temor y de ira reprimidos. Para ser realmente una manifestación de orden y armonía, debemos tomar la Energía del Alma que produce esas cualidades y así ser esa manifestación sin necesidad de representar ningún papel. Te sorprenderás al saber que la energía que manifiesta todos estos atributos es la alegría. El orden y la armonía nacen de la alegría y no al revés. El Ángel de la Armonía es la “alegría del Señor”, la pura energía del regocijo, el júbilo y el éxtasis del Yo Superior que se irradia como el sol del mediodía para disipar las sombras de la tristeza, la miseria y la desesperación. Y esto se logra estableciendo el equilibrio y la estabilidad en nuestras vidas. La invocación de este Ángel nos restablece la armonía, libera tensiones, aplaca el estado agresivo. Permite ver la solución de los problemas con mayor claridad. Brinda paz espiritual. Genera un campo positivo que pone fin a la tristeza ocasionada por cualquier motivo. Brinda más alegría y ganas de vivir. El Ángel de la Armonía ayuda a eliminar la ansiedad. Especialmente indicado para lograr una recuperación rápida, incluyendo problemas afectivos de pareja. Restablece el ánimo, da fuerza, temple y empuje para realizar cualquier tarea que se emprenda. Aumenta la vitalidad y la energía. Revista Elevación “No basta saber, se debe también aplicar. No es suficiente que