estratégicamente ubicados entre sus orejas y un gorro con la visera hacia atrás , para disimular , por las dudas .
Una vez que completó la primera etapa de su plan , miró maravillado al cerdo , como un artista observa admirado y orgulloso de sí mismo , su creación . Sentadito sobre la mesada , el animal colgaba sus pequeñas patas bajo los azulejos blancos de cerámica . Le observó el hocico y sintió que algo le faltaba . En un soplo de inspiración , le colocó la frutilla a la torta : se quitó el tabaco apagado y mojado de saliva que paseaba de un lado a otro de su boca y se lo colocó al chancho , que le quedó un poco caído pero que le daba un aire de rocanrolero melancólico . Ahora sí , su obra estaba concluida . Exhaló un soplo de satisfacción y lo contempló con ojos paternales . Faltaban dos horas para que su turno culminara , por lo que , en actitud de precaución , tapó su obra con el mantel de ribetes verdes y rojos que sería utilizado durante la cena navideña en el hospital .
El Rulo Muñoz se sentó en su silla esperando la hora de marcharse y poder cargar con su majestuosa idea , pero la ansiedad lo carcomía . Entre una mezcla de altivez y miedo a que lo descubrieran , prendía un tabaco tras otro . Apenas se apagaba la ceniza de uno , el fuego del yesquero encendía uno nuevo , armado torpemente con sus gruesos dedos . La garganta Pag 8 se le secó . Necesitaba un trago , precisaba alcohol , pero esta vez no tuvo tanta suerte . En la cocina no pudo encontrar más que una mezcla de agua con jugo preparado , que sabía más a plástico que a las frutas que anunciaba , y de un buche se lo tomó . Ojalá sirva para engañar al hígado , pensó . Su ansiedad aumentaba . Se sentó . Comenzó a tamborilear sus dedos y sus pies , pero ante el temor de despertar a algún interno que le causara problemas para sacar al animal , intentó quedarse quieto . No podía . Decidió caminar de un lado a otro del pasillo . Un paso primero , luego otro . Un tabaco primero , luego otro . Hasta que un tímido y débil haz de luz ingresó por la claraboya superior . Sacó del bolsillo de su pantalón el reloj . Diez para las seis . Era hora de comenzar el apronte . Descuidaba si se marchaba unos minutos antes de su horario , un 24 de diciembre se perdonan las faltas comunes , son los beneficios que le brinda la alegría a la gente , y sobre todo a los empleados . Fue a la cocina , lugar en donde estaba la salida de emergencia , le hizo upa al animal y partió por la puerta trasera . Su corazón le latía con la frecuencia en que las patas de un caballo golpean el suelo cuando va a galope . Tomó su vieja Honda y sentó en la parte trasera al chancho . Lo envolvió con un lazo por debajo de la campera de forma tal que la cuerda quedaba camuflada . Luego se lo ató a sí mismo y los bracitos del cerdo , que quedaban perdidos dentro de las