Sin embargo, a pesar de las réplicas sociales sobre la masculinidad tóxica, los participantes experimentaron relaciones con mujeres que los motivaban a expresar sus emociones, puesto que por el hecho de ser hombres “se les dificulta verbalizar sus emociones” (Brody y Hall, 1993).
Se encontró que su expresión emocional se da principalmente hacia las mujeres, debido a que perciben que ellas tienen mayor interés por las vivencias narradas y por el aspecto emocional que las componen: ¨la verdad porque siento que una mujer a uno lo escucha más¨, ya que, como manifiestan Ramírez y Alfonso (2008) el hombre debe reprimir su empatía en especial hacía otro hombre, como también cualquier muestra afectiva, pues esto perjudica su imagen masculina.
Por esta razón, una mujer está más presta a atender estas experiencias y demostrar empatía pues no se verá comprometida su “masculinidad”.
En esta misma línea, la pareja sentimental posee un rol importante en las dinámicas de expresión, pues los participantes expresaban cómo sus parejas promovían charlas alrededor de los sentimientos y los encaminaron a la exteriorización de los mismos “me dio a entender que uno no siempre tiene que ser el fuerte, y que uno a veces también necesita ayuda” y esto se logra por medio de la expresión de las emociones.
No obstante, el esfuerzo por ocultar la debilidad y no verse vulnerable se mantiene frente a los demás, bajo la idea de que el hombre debe mostrarse fuerte. Esto tiene como consecuencia que uno de los participantes prefiera manejar sus