En un proceso educativo de actualidad donde el ritmo y estilo de vida impuesto
por la sociedad del momento nos exige constante innovación, estamos llamados a querer
una educación abierta a las propuestas que se alcen por encima de la cultura del
consumo, es decir; hacer realidad lo que el pedagogo Antonio Pérez Esclarín propone en
su libro “Educar Valores y el Valor de Educar”: “Una educación que rescate y proponga
con
esperanzadora
firmeza la vuelta a la
Utopía, el atreverse a
soñar y construir un
mundo
donde
sea
posible la libertad y la
aventura del servicio”.
La dinámica que
se
genera
entre
actores y espectadores
durante
una
presentación teatral, permite emerger los más profundos sentimientos, lo cual
constituye su esencia, puesto que sin duda se hace teatro para inquietar y compartir
esos sentimientos.
Por esa razón, ¿qué mejor recurso que las artes escénicas, para brindarle a las
nuevas generaciones, esos momentos expresivos que contribuyan a “Sembrar Ilusiones”
y a levantar el vuelo como la gaviota del best seller de Richard Bach?
Una educación para la vida, para la formación de individuos plenos que construyan
una sociedad más justa y participativa.