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Estas reformas de la ley laboral —y las reformas en el sistema de la jubilación también en discusión— tendrán que pasar por el Foro Nacional de Trabajo y Pensiones, donde corren el riesgo de ser rechazadas por los sindicatos. Por último, el actual Gobierno también estudia medidas para reducir la informalidad y para tratar las cualificaciones profesionales. Cabe señalar que las áreas fuera del alcance de las negociaciones tienen que ver con la salud y la seguridad del empleado.

Aunque Alessandro Molon, diputado federal de centro derecha del partido Rede Sostenibilidade, esté de acuerdo en que el mercado de trabajo brasileño necesita urgentemente reformas para hacer más eficiente la reforma del Gobierno, y para reducir la burocracia, él también enfatiza que esas reformas no deben permitir a los empresarios disminuir los derechos de los trabajadores o abusar de ellos. Él señala que un mercado de trabajo con menos reglas podría reducir el desempleo, pero al mismo tiempo podría fácilmente aumentar la inestabilidad en la economía. El aspecto positivo, añade, es que la mayoría de los diputados federales están a favor de las reformas que reducirían “los tributos sobre la nómina”. El nuevo Gobierno provisional de Michel Temer deberá permanecer en el poder durante dos años. Como es improbable que Temer se postule a las elecciones presidenciales de 2018, eso le facilitará hacer reformas que se consideran impopulares.

Medidas de emergencia para tiempos de emergencia

Una medida aprobada en noviembre de 2015 ya ha hecho más flexibles las leyes laborales. Se creó el Programa de Protección al empleo (PPE), un programa financiado por el Gobierno que permite a las empresas aprobadas reducir las horas de trabajo y los salarios de sus funcionarios hasta un 30% durante épocas de crisis después de negociar con sus sindicatos. A cambio, el Gobierno pagará a los empleados afectados parte de sus salarios hasta el 65% del valor de su seguro de desempleo.

Desde el inicio del PPE, 97 empresas han sido aprobadas y otras 29 están esperando la confirmación de que fueron aceptadas. Esto podría dar como resultado, en última instancia, la conservación de 61.125 empleos con un coste de US $ 160 millones (US $ 48,5 millones) para el presupuesto nacional.

El salario mínimo se ajustará por separado en 2017 en sintonía con el ambiente económico adverso del país. Según explica Burity, del BTG Pactual, el salario mínimo se ajusta cada mes de enero teniendo en cuenta la inflación del año anterior junto con el crecimiento del PIB también del año anterior. Si el crecimiento del PIB es positivo, se incluirá en el cálculo del salario mínimo. Si es negativo, se excluirá. Por lo tanto, 2016 refleja sólo el nivel de inflación, ya que el crecimiento del PIB fue cerca del 0% en 2014. Se excluirá de nuevo en 2017 porque fue de -3,8% en 2015, período considerado para el cálculo. Como consecuencia de ello, la regla para el cálculo del salario mínimo ya incorpora un mecanismo de emergencia para tiempos de recesión o crisis, como la actual.

Las historias de São Paulo

São Paulo, la mayor ciudad del país y del continente, concentra muchos nuevos desempleados. Sólo tienes que tomar un Uber para escuchar las historias de ex ingenieros y contadores que se han convertido en conductores para compensar la pérdida de renta. Juan era auditor fiscal en la industria automovilística antes de ser despedido a principios de 2016. Para él, el escándalo político que resultó en la moción de censura de la presidenta Dilma es reflejo del nivel del soborno y de corrupción que él presenció durante su carrera contable. Él culpa a los políticos por el caos actual, los cuales no “hicieron otra cosa que robar” durante años.

Otro conductor, Wallace, fue bombero hasta que decidió jubilarse más temprano con miedo a que las reformas inminentes del sistema de pensiones recortaran los beneficios por los que él había trabajado toda la vida. Admite que tales beneficios son insostenibles, pero decidió dejar el servicio público antes de que fuera demasiado tarde. Ahora lleva a los pasajeros recordando los años en que Brasil era “una de las economías más fuertes del mundo”. Las historias prosiguen y todas llegan a una misma conclusión: la oportunidad de trabajar para una plataforma de servicio bajo demanda (llamado gig economía en inglés), como Uber, salvó a mucha gente atrapada en medio de una mala economía.

A pesar de la red de [protección] social que Uber llevó al mercado brasileño, hay todavía mucha gente desempleada para quien no es posible trabajar como conductor de Uber, tener coche en Brasil es caro y el leasing de un vehículo puede salir más caro aún. Muchas ONG están comprometidas a ayudar a aquellos que se encuentran en una situación más precaria, pero varias de ellas están vinculadas a organizaciones religiosas y dependen de donaciones financieras y de contribuciones voluntarias. La Obra Social Don Bosco, por ejemplo, proporciona apoyo a los que buscan trabajo ofreciéndoles cursos de formación profesional (cursos de idiomas y de informática, entre otros), patrocinando talleres que explican cómo buscar empleo de manera eficaz. También ayuda a los individuos a elaborar su currículum y a prepararse para entrevistas. Otra organización, la Fundación Mudes, que actúa en el mercado desde hace 49 años, ayuda a adolescentes de bajos ingresos y jóvenes adultos a prepararse para entrar en el mercado laboral ofreciéndoles pasantías remuneradas y entrenamiento profesional.

Está claro que estas iniciativas son complementarias a la actuación del Estado, que debe tener programas propios, pero no por ello dejan de tener un papel fundamental para llegar a las personas en sus propias comunidades y ayudándolas a navegar por un mercado de trabajo cada vez más complejo. Además, como se trata de instituciones confesionales, ellas asisten emocionalmente a aquellos que están buscando empleo ayudándolos en la travesía de un proceso que puede ser muy complicado.