FERNANDO VÁZQUEZ
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No es Harry Potter pero este año hizo magia. Fernando Vázquez devolvió al Deportivo a Primera ‘a la primera’, lo que le garantiza dos años más de contrato con el equipo coruñés.
El reto del retorno a la máxima categoría era exigente, sobre todo sabiendo las estrecheces económicas que sufría el club a causa del concurso de acreedores y puestas de manifiesto claramente el pasado verano. Eran pocos los que creían en el ascenso pero finalmente se logró.
Tras una pretemporada intensa en el aspecto físico, con algunos fichajes, mayormente llegados a última hora, y muchos chavales de la cantera arrancó el nuevo proyecto de Fernando Vázquez.
Cuando hay menos recursos hay que echarle más imaginación. Esto es lo que debió pensar el entrenador gallego que formó un equipo fuerte físicamente y con amplios conocimientos tácticos. Un 4-2-3-1, un 4-1-4-1, un 4-4-2, defensa de cinco… en los entrenamientos ensayó distintos esquemas, que después trasladó a los partidos, tratando de adaptarse mejor a las circunstancias del rival y de sus propios futbolistas.
Una crítica recurrente esta temporada, vinculada al aspecto táctico, fue la de que el equipo se echara atrás en las segundas partes cuando iba ganando. Esta situación adquiría una mayor relevancia cuando desde el banquillo se potenciaba. Disponer defensa de cinco fue la solución de Vázquez para los momentos difíciles. Cuando salió bien y se ganó los aficionados se fueron satisfechos, cuando el resultado no fue favorable el señalado fue el entrenador.
Su relación con uno de los jugadores más queridos por la afición, Carlos Marchena, no fue del todo fluida. Prefirió a Lopo y a Ínsua al final de la temporada, enfadando al defensa sevillano, que se marcha del club por la falta de confianza que tiene el Vázquez en él.
A pesar de ser una temporada triunfante para el de Castrofeito, el éxito logrado no parece que le haya permitido establecer una base sólida sobre su persona. El pedestal en el que está subido no es muy alto y podría ser derribado si la próxima temporada no transcurre por el buen camino.