Antigua iglesia de Sao Thiago
hoy convertida en librería
Sigo andando y llego a una iglesia. El frío
me invita a entrar. No doy crédito a lo que
estoy viendo: el altar, el púlpito, los bancos...
todo está también repleto de libros.
Salgo de nuevo al exterior y veo una especie
de bodega, cafetería. Me apetece algo caliente.
De nuevo libros por doquier, también cafés y
unos pasteles que suplican que los pruebes.
Me siento como Alicia en mi propio país de
maravillas: el pais de los libros. Es así como
yo lo hubiese imaginado si hubiera sido Lewis
Carroll.
Me pido un café con leche y un pastel de
Belém, cojo un par de libros que me atraen y
me siento en una mesa.
De repente me doy cuenta de que no estoy
soñando. Estoy allí realmente. Ahora lo
recuerdo con claridad. Ayer cogimos un avión
desde Barcelona a Lisboa y allí un coche de
alquiler que nos trajo hasta aquí. Primero visi-
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