PERPLEJIDAD
No es raro encontrar cementerios en medio
de algunas ciudades, algunos algo apartados,
incluso desde el tren se pueden ver los perte-
necientes a pueblos. Pero cuando llegamos a
Hiroshima, todo nos recuerda a la devasta-
ción de la bomba atómica en 1945, concreta-
mente a las 8:15 según reza el reloj parado del
Parque de la Paz. El único edificio que que-
dó en pie, el mojón del Km. 0, el museo que
recoge fotos, maquetas, fragmentos de pare-
des, ropas y enseres de personas que perecie-
ron en la deflagración, videos testimoniales
en los que hombres y mujeres que entonces
eran niños explican su trágica experiencia.
Por extraño que nos parezca, hubo supervi-
vientes que alcanzaron una avanzada edad
pese a los efectos de la radiación en su cuer-
po. Los nuevos edificios, una ciudad sin casas
ni barrios milenarios, también nos hablan de
destrucción.
ARTÍSTICO
Aquí puedo incluir varias facetas del viaje,
por ejemplo vamos a empezar por el delicado
gusto de los japoneses por lo