Himeji. Vista desde el castillo
E
Shirakawa-go
MOCIÓN
Tras muchas horas de viaje, que
ahora no pienso contar, cruzan-
do el mundo de oeste a este, nos
plantamos en el aeropuerto de
Tokio. Ansiado momento de un viaje larga-
mente preparado. Durante el vuelo, además
de ver alguna película, comer y dormir, yo
estudio japonés y consulto por enésima vez,
que no será la última, la guía.
Pero antes de pisar la tierra nipona, hay que
pasar por varios trámites que nos retiene por
un buen rato. Por fin nos subimos al tren para
recorrer el trayecto hasta el centro de la gran
ciudad. Es de noche y nos cuesta orientarnos.
Con ayuda de un amable joven del lugar y su
inestimable Google Maps, llegamos al hotel
para descansar.
Al día siguiente salimos dispuestos al calor
de agosto para recorrer al menos uno o dos
barrios. Y así pasaremos los días restantes
53