E
La cima del Monte Nimba se levanta
sobre la selva de la Guinée Forestière
l joven soldado, medio adorme-
cido por el calor de la tarde, ves-
tido con un uniforme de camu-
flaje descolorido y demasiado
grande, se miró nuestros docu-
mentos con desconcierto. Tenía en las manos
tres pasaportes europeos, una identificación
de guía de Dalaba, un pueblo al otro lado del
país, y las credenciales de un conductor de
taxi de una ciudad a trescientos kilómetros
de allá. Debíamos de ser los primeros turis-
tas en mucho tiempo que cruzaban ese puesto
de control en una carretera secundaria de la
Guinée Forestière, la provincia más salvaje de
Guinea Conakry.
El soldado estuvo un tiempo dubitativo, sin
decidirse entre dejarnos pasar o informar a su
superior, que dormía bajo la sombra de una
higuera cerca del jeep militar. Al poco tiem-
po, se armó de valor, se ajustó la cincha que le
sujetaba el kalashnikov oxidado a la espalda,
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