Catarata de Montmorency
muy poco poblada, sus verdes valles y sus pre-
ciosos paisajes costeros. Pequeños pueblos sal-
pican la costa y paramos en el pueblo de artis-
tas de Baie-Saint-Paul, con numerosas gale-
rías de arte y un núcleo de calles bastante pin-
toresco. Seguimos la carretera costera – una
de las carreteras escénicas más renombradas
de esta parte de Canadá - y fuimos parando
en diferentes puntos para disfrutar del paisa-
je. Paramos en Saint-Joseph-de-la-Rive y en
Port-au-Pesil, donde unas bonitas cascadas
desembocan en el mar, cerca de una pinto-
resca capilla. Aquí y allá encontrábamos una
playa, un faro, una capilla… en fin, una mara-
villa conducir por esta carretera. Y a la tarde
habíamos reservado un viaje de avistamiento
de ballenas en la bahía de Sainte Catherine.
Os aconsejo que reservéis viaje a bordo de
una Zodiac. Los hay en barcos más grandes
y puede que más cómodos, pero la ventaja de
la Zodiac es que en cuanto veían una ballena
se ponían a su lado en segundos. Teníamos
dudas sobre si veríamos alguna ballena, y que-
damos muy gratamente sorprendidos porque
vimos muchas. No pudimos inmortalizar el
momento porque nos aconsejaron no llevar
cámaras debido a que el viaje podía ser muy
movido y podías mojarte bastante, como así
ocurrió. Pero desde luego fue una experiencia
inolvidable. Cuando acabamos el viaje cruza-
mos en ferry la desembocadura del Saguenay
para alojarnos en Tadoussac.
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