revista de pensamiento crítico y reconocimiento. | Page 93

"Vamos a buscar ese mercado que potencia la relación porque los intercambios realizados en un mercado son una excusa para la relación."

crecimiento, para que todos tengan lo suficiente. Podemos cambiarlo y eso supone aumentar la transparencia social, como se ha empezado a hacer con el impacto ecológico o con la repercusión en la salud. Hablemos de las condiciones de trabajo y de cómo se ha organizado la producción para saber si queremos comprar el producto a esa empresa que trata mal a sus trabajadores o a esa otra que los trata bien.

Vamos a buscar ese mercado que potencia la relación porque los intercambios realizados en un mercado son una excusa para la relación. Se basan en la confianza mutua, en la reciprocidad. Pero cada vez más hay menos relación en el mercado y eso acaba fomentando el egoísmo. Si el dependiente de una panadería se equivoca al darme la vuelta y me da de más, lo normal es que se lo diga y me cobre lo correcto. Pero si se equivoca una máquina expendedora al darme la vuelta, ¿qué hago?, ¿cómo se lo devuelvo?, ¿no está ahí para llevarse todo el dinero que pueda?

Además, tenemos que pensar en qué campos queremos que existan mercados. Hemos visto que hay en áreas donde funciona bien y en otros donde funciona mal. En determinados aspectos no consigue los objetivos pertinentes. Hay un montón de cosas que hace bien, con unas reglas de mercado buenas, con competencia, con participación de las pequeñas y medianas empresas… y hay en otros que no, donde los valores éticos y cívicos son más importantes que los mercantiles y en los que hay que limitar estos últimos para primar los primeros.

Colaboración público privada

El nuevo paradigma también tiene que cambiar la dialéctica existente entre el sector privado y el público en las cuestiones económicas. Porque en la actualidad existen dos posturas encontradas y una intermedia con respecto a estas relaciones. La primera considera que el Estado solo sirve para regular el mercado y retirarse. La segunda considera lo contrario y cree que debe planificarlo todo y estar en todo para controlar todos los asuntos económicos. La tercera idea, que es la mayoritaria, afirma que hay que dejar que el mercado funcione y que el Estado intervenga para resolver sus fallos. Sería la propuesta de la socialdemocracia y la democracia cristiana, el modelo del Estado social que intenta paliar los fallos y resolver lo que el mercado no consigue.

hay que dejar que el mercado funcione y que el Estado intervenga para resolver sus fallos. Sería la propuesta de la socialdemocracia y la democracia cristiana, el modelo del Estado social que intenta paliar los fallos y resolver lo que el mercado no consigue.

Con frecuencia, al final, se simplifica el debate oponiendo lo público a lo privado, enfrentando a quienes piensan que todo lo público es bueno contra los que opinan que lo bueno es lo privado. No hay diálogo y menos cuando se introduce el argumento de la racionalidad economicista que adjudica un papel a cada sector: el privado tiene que ocuparse en ganar lo máximo, porque es así cómo conseguimos tener más entre todos, porque los que crecen aportan para que todos tengamos más, aunque unos aumenten lo que ya tienen y otros no tanto, nada o incluso pierdan, y el Estado lo que debe hacer es resolver las desigualdades, los fallos del sector privado.

Pero claro, con esta concepción, sucede con frecuencia que el sector privado ve cómo el público le impele a producir y ganar más, mientras al mismo tiempo le quita una parte de esos beneficios para mantener el Estado y redistribuir a quienes menos tienen.

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