Así, quienes se ven incentivados a tener más y consideran que son quienes más aportan al bienestar de la sociedad, porque generan más crecimiento, se consideran injustamente tratados porque les quitan parte de lo que aportan...
Ante esto, el nuevo paradigma trabaja con que el objetivo de ambos es el mismo: el bien común. Por ello no se trata de oponer uno al otro sino de colaborar para llegar a la misma meta. Si queremos que el objetivo sea que todos tengan lo suficiente, que la racionalidad sea la de la suficiencia, que el mercado esté enfocado en otra dirección, tenemos que trabar una colaboración público privada para conseguir objetivos comunes. Es una sociedad en la que todos somos responsables de todos, en la que la solidaridad no es solo responsabilidad del estado, sino también de todos y cada uno de nosotros. Tenemos derecho al bien común pero también la responsabilidad de contribuir a él.
Aquí entran en juego dos principios de la Doctrina Social de la Iglesia, la subsidiariedad y la participación. El Estado se pone al servicio de la sociedad civil para que pueda construir, estimular y ayudar al bien común, incluso sustituirlo cuando no hay otro remedio. Siempre con la participación de todos, no de unos pocos, ni solo en algunos momentos.
Lo grave es que cada año el Estado tiene que volver a pedir prestado para devolver lo que debe. Si un Estado quiere hacer una determinada política económica heterodoxa que no gusta a los prestamistas, estos pueden decidir no financiarle, con lo que este para lograr los fondos necesarios tendrá que pagar tipos de interés menores o, si no logra esta financiación, quebrar. Cuando la deuda es tan alta el gobierno solamente puede hacer lo que gusta a sus prestamistas. Si no lo hace así, va a dejar de ser financiado por estos.
De hecho, toda la economía del crecimiento está basando en el endeudamiento. Sin un elevado endeudamiento es difícil crecer. Por ello establecemos leyes que favorezcan a los que financian para mantener todo en marcha.
"Tenemos derecho al bien común pero también la responsabilidad de contribuir a él."
unos pocos, ni solo en algunos momentos. Debemos dialogar y delimitar los campos de colaboración que potencien los valores cívicos, dejando que las personas tengan iniciativas propias que sirvan a construir al bien común.
Necesitamos que el Estado sea eficaz y no arroje déficit. Nuestra deuda pública es del 100% del PIB, 1 billón de euros, que al 3% de intereses supone un pago de unos 30.000 millones de euros anuales en intereses que son beneficios para quienes más tienen en nuestra sociedad ya que son ellos los que tienen ahorros que pueden prestar al estado. Vía estos tipos de interés estamos redistribuyendo la riqueza a los que más tienen. Para hacerse una idea de la cuantía que supone este dinero, podemos observar el coste anual de los funcionarios de la Administración Central, del Estado español, sin contar las Autonomías, que es de 16.000 millones de euros.
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