Esta primera parte del tratado caducó en el año 1997 y en este tiempo el Reino Unido y China firmaron un nuevo acuerdo donde realizaron una transferencia de la soberanía de Hong Kong y declararon, delante de las Naciones Unidas, que durante los siguientes 50 años Hong Kong tendría el derecho de mantener su sistema político-económico de base capitalista y se les prometió tener un alto grado de autonomía en su sistema de gobierno de manera que se adaptarían de manera paulatina al sistema chino, de principios socialistas, hasta que finalmente queden completamente integrados en la República Popular China.
Pero, ¿dónde queda Hong Kong en esta ecuación? ¿Tienen sus habitantes algún tipo de voz para determinar su destino?
Con la colonización inglesa, los hongkoneses fueron expuestos a una nueva cultura y forma de vida. Ellos mismos adoptaron ciertas costumbres inglesas combinándolas con sus tradicionales costumbres como territorio chino, forjando así una nueva identidad que caracteriza la forma que vemos Hong Kong en la actualidad. La historia ha demostrado repetidamente que cuando un pueblo se expone a una nueva forma de percibir el mundo donde reciben más libertades y derechos que en la que han vivido previamente, resulta difícil o incluso imposible regresar a las antiguas
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costumbres. Esto mismo pasó en la Europa del 1914 cuando después del Congreso de Viena, donde se trató de volver a imponer un sistema absolutista, los países insistieron en recuperar aquellos derechos descubiertos tras la Revolución Francesa. Pero es lógico que un país trate de mirar al frente en vez de remontarse al pasado ya que después de conocer la libertad ¿Quién se pondría las cadenas voluntariamente?.
Hoy por hoy la tensión se percibe en las calles de Hong Kong. Día tras día la