administración central China se apodera de más y más instituciones hongkonesas para
hacerse con el control de la ciudad mucho antes de la cesión oficial de soberanía en el año 2047. Desde el 22 de septiembre del 2014, con un paraguas en mano y con sus miradas divisando la libertad, miles de hongkoneses salen a las calles para defender sus derechos amenazados por la administración central China. En pleno 2020 reclaman su derecho a la democracia, a su lengua (el cantonés, que queda cada vez más eclipsado por el chino mandarín) y a su identidad como territorio. Desde el gobierno central chino se censura su lucha y pretenden reeducar a los hongkoneses para que estos renuncien a 99 años de historia donde consolidaron su propia cultura. Además estas protestas inicialmente pacíficas se han convertido rápidamente en un riesgo para la seguridad y la salud de los ciudadanos pues la policía interviene de una forma violenta, que atenta directamente contra los derechos humanos, lanzando balas de goma, gas lacrimógeno y otras sustancias peligrosas sin previo aviso.
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Como he mencionado al principio del artículo, el año pasado tuve la oportunidad de conocer y escuchar la Historia de Hong Kong a través de la experiencia de un grupo de estudiantes Hongkoneses. Ellos nos enseñaron el miedo de vivir en la incerteza de no saber si la seguridad o la libertad