revista de pensamiento crítico y reconocimiento. | Page 129

egoísmo, la competencia en vez de la cooperación, tercero la orientación a fines financieros y materiales, el consumismo materialista y el crecimiento. Es todo un sistema de valores y es importante saber que no hay paradigma científico en las ciencias sociales, la ciencia económica es una ciencia social, que no esté basada en un sistema de valores.

La economía del bien común siempre ha dicho: nosotros somos un sistema de valores, lo hemos hecho transparente desde el principio. En vez del egoísmo y del crecimiento y la competencia apostamos por la dignidad y la solidaridad, la justicia, la sostenibilidad y la democracia. Y esto no porque nosotros nos hayamos inventado estos valores, sino porque estos valores están ya anclados en las constituciones democráticas. Esta es nuestra base ética y de legitimación democrática a la vez.

Bueno y de ahí ya vamos al fundamento legal.

Yo creo que en entre todos estos aspectos, luego seguirían las instituciones públicas que implementan esas narrativas, esos valores y estas reglas legales. Y como consecuencia tenemos fuerzas de mercados en una u otra dirección. Y como consecuencia las organizaciones privadas en los mercados,

tenemos fuerzas de mercados en una u otra dirección. Y como consecuencia las organizaciones privadas en los mercados, en este caso, se comportan de una o de otra forma si son capitalistas o bien comunistas, orientadas al bien común. Lo más decisivo en todo eso, si hablamos de cambio del sistema, a mi juicio, en mi análisis es el fundamento legal. Ahora estamos conociendo muchas alternativas: desde la economía circular hasta las cooperativas, la renta básica incondicional, las monedas complementarias. Muchísimas alternativas. el comercio justo, la banca ética, infinitud.

Pero la pregunta decisiva es: ¿cuál es tu propuesta para cambiar el fundamento legal de la economía y cómo lo quieres hacer? ¿Cuál es tu propuesta para el proceso de cambiar ese fundamento legal?

La economía del bien común tiene dos fuerzas y es máxima conciencia sobre estas dos cuestiones. Y, por tanto, si tenemos la pretensión legítima de querer cambiar el sistema. En el discurso público hasta hoy tenemos un discurso muy apasionado y fuerte de que solamente existen la economía de libre de mercado, o el capitalismo, y si estás en contra pues automáticamente acabas siendo socialista o comunista. Y en el medio no hay nada, ninguna tercera vía.

Esto ha sido, este maniqueísmo, es esa dicotomía fue creada conscientemente por ideólogos científicos. Lo llamo conscientemente así porque querían eliminar el pensamiento en alternativas entre estos dos extremos.

Y aquí hay muchas alternativas. Solo menciono tres: las cooperativas y los bienes comunes, la economía del bien común y la economía social de mercado, que hoy día se está inclinando cada vez más hacia el capitalismo, y la solemos llamar neoliberalismo.

La economía del bien común dice: los mercados no son nada malo en sí, pero hay que tener cuidado, hay que ponerlos al servicio del bien común, hay que diseñarlos democráticamente para que sirvan a los objetivos; la propiedad privada no lo es todo, solamente es una forma de propiedad. Lo mismo con el socialismo, la propiedad colectiva tampoco está mal en sí, tiene un papel importante, pero tampoco lo es todo.

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