Es un nombre usado para denominar dos cuadros de Leonardo da Vinci pintados con idéntica técnica pictórica de óleo sobre tabla, fue pintada en el momento en el que Leonardo llega a Milán, a partir del verano de 1482, por encargo de la Cofradía della Conzecione de Milán; esta tabla era la central de un tríptico completado por Ambrosio de Predis.
La Virgen arrodillada, una Virgen humilde, no era un tema nuevo. Usualmente a la Virgen se la mostraba adorando al Niño Jesus, pero en esta pintura, ella está mirando a Juan Bautista con sus ojos bajos y abrazándolo al mismo tiempo.
En esta representación de la Virgen, el Niño y San Juan Bautista, donde se incluye además la figura de un ángel, Leonardo plantea una composición piramidal y centrada, ordenada mediante la disposición de las figuras y por las actitudes de las mismas, que confluyen en la visión del Niño como punto central. La mano derecha de María acoge la figura de San Juan Bautista niño, en actitud de plegaria hacia el Niño que lo bendice. La posición de las manos de los personajes y sus actitudes marcan un ritmo apacible y van definiendo el círculo establecido por las propias cabezas, que complementa la centralidad establecida mediante la pirámide compositiva, cuyo vértice ocupa el rostro de María. La escena se enmarca en un refugio rocoso, absolutamente irreal y sobrecogedor. (“La virgen de las rosas”
Exactamente, existen dos versiones de esta pintura, lo que se sabe de esta primera versión, es que los frailes de la Orden de San Francisco no la aceptaron de Leonardo.
Se ha cuestionado mucho sobre sus causas pero se dice que los clientes quedaron descontentos ya que según ellos la obra no cumplía con todos los requisitos que se le habían pedido, además de contener algunas cosas raras en el contenido del cuadro.
Otra de las causas que se creen que fue lo que causo la creación de dos cuadros fue el descontento que pasó Leonardo debido a que no recibió el pago acordado y después de pasar por procesos legales, se le impuso al artista que tenía que acabar la obra o alguien más lo haría.
A Leonardo se le pidió que pintara una Virgen y un niño con ángeles, pero en su lugar creó algo más ambicioso y menos comprensible – una Virgen de rodillas con el Niño Jesús, un solo ángel, y el niño San Juan Bautista.
Se dice que el Leonardo vendió su pintura original al Rey francés Luis XII en lugar de entregarla a la Cofradía como es requerido por su contrato.La creación del segundo cuadro estuvo a cargo de Ambrogio De Predis bajo la supervisión de Leonardo.
El tema es oscuro y poco convencional. Este artista no compartía ni la creencia típica renacentista de devoción cristiana, ni la admiración por la antigüedad. Su inspiración proviene de la naturaleza, y esto es lo que esta reflejado en ambos cuadros.
El rostro de la virgen María, con sus rasgos jóvenes, bien equilibrados, los párpados pesados y barbilla puntiaguda, representa lo que Leonardo consideraba como la belleza ideal. Una representación que la llevo a muchas de sus pinturas, más notablemente en la Mona Lisa.
La mano derecha de la Virgen descansa de manera protectora sobre el hombro del Bautista infantil, mientras que la mano izquierda en escorzo• se cierne sobre la cabeza de su hijo. Leonardo ha empleado estos gestos para ayudar a unificar este grupo y, al mismo tiempo, crear un ambiente de ternura y misterio.
La virgen de las rocas