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Comunidades educativas Escuela en Pastoral
que preguntarnos: ¿qué provoca mi insatis-
facción?; ¿qué cosas me aburren?; ¿en dónde
radica mi frustración?; ¿qué me desilusiona?
Tenemos que ser muy honestos con nosotros
mismos y detectar las causas originarias de
tales estados de ánimo que pudieran ser per-
manentes y que provocan las anteriores com-
pulsiones.
Por otra parte, hay que recuperar los gustos
significativos que generan bienestar y satis-
facción ante la vida que llevamos. Hay que
reencontrarnos con las fuentes de satisfac-
ción que nos permiten creer en la vida, des-
pertar la ilusión, construir más sueños, gozar
los momentos. Una pregunta clave es: ¿qué es
aquello que disfrutas más en la vida y te renue-
va los sentimientos de bienestar?
Quien está contigo es aliado en tus proyectos.
Hoy en día estamos inmersos en una des-
personalización tal, que no logramos identi-
ficar a quienes están a nuestro lado. ¡Cuán-
tas familias reunidas en un restaurante, pero
cada miembro ensimismado con su teléfono
celular! Tiempos valiosos para alimentar el
corazón y tirados a la basura por la hipno-
sis provocada por la seducción de imágenes,
noticias superficiales, ofertas del merca-
do banal. Reconozcamos a los miembros de
nuestra familia, profundicemos en el ser de
cada uno descubriendo los sentimientos de
ellos hacia nosotros y entendiendo con ello
que, por más diversidad existente entre cada
miembro de la familia, cada uno será capaz
de hacer hasta lo imposible por no dejarnos
situar en la crisis. Hay que reconocer y valo-
rar; hay que disfrutar cada instante que vi-
vamos con quienes caminan a nuestro lado.
Una pregunta clave es: ¿qué te gusta hacer y
disfrutar con los miembros de tu familia?
Haz una caminata por el parque y descansa.
Gracias a Dios, a pesar del descontrol en el
desarrollo urbano de muchas entidades, aún
conservamos zonas verdes para la conviven-
cia, esparcimiento, recreación y deporte. Se-
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guramente, cerca de nuestras casas hay algún
parquecito o plaza pública, con árboles que
ofrecen frescura y descanso. Una buena ca-
minata y después, sentarse en alguna banca
del parque garantiza la oxigenación de nues-
tro cerebro. Esta buena práctica nos ayuda a
reacomodar nuestros pensamientos, identi-
ficar nuestros sentimientos, favorece la re-
flexión. ¿Por qué no dedicarle tiempo a este
ejercicio que inclusive, favorece nuestra sa-
lud integral? Una pregunta clave es: ¿en qué
te favorecería a ti en lo personal, hacer una
caminata o descansar cada día en el parque
cerca de tu casa?
Identifica las intenciones de tu obrar.
Cada una de nuestras acciones poseen intencio-
nalidad. Algunos especialistas en moral cristia-
na distinguen entre actos humanos y actos del
hombre para identificar en dónde se encuen-
tran las verdaderas intenciones del actuar. Re-
cordando, los actos humanos son aquellos que
se realizan con consciencia, intención y liber-
tad; los actos del hombre son derivados de los
instintos humanos como el satisfacer necesida-
des fisiológicas o algún otro acto no intencional.
Todo lo que hacemos conscientemente posee
intencionalidad, de tal manera que es un ejer-
cicio muy conveniente y saludable el preguntar-
nos lo siguiente: ¿cuáles son las motivaciones y
los fines de lo que decido hacer?; ¿cuáles son los
efectos de mis actos?
Nosotros, lasallistas tenemos una máxima que
todos los días y en muchos momentos, nos re-
cuerda cuál es el principio y fundamento de
nuestro obrar: “Continuaré, ¡oh Dios mío!, ha-
ciendo todas mis acciones por tu amor”.
Las anteriores recomendaciones pueden ayu-
darnos a preparar el corazón y saber esperar
a Aquel que con su misericordia quiere na-
cer para abrazar nuestra frágil humanidad y
darnos a conocer que la salvación es nuestra
por su amor incondicional. Esperemos al Sal-
vador, ya viene a nuestro encuentro, abramos
la puerta de nuestro ser y dejémonos amar
por Él.