Revista de Comunidades Educativas 127 Revista de Comunidades Educativas De La Salle 127 | Page 42
Comunidades educativas Reflexionemos
1. Ayer
Inicia la historia del querido y apreciado
Instituto Laguense. Pese a nuestros erro-
res y sombras, han brillado más, sin duda,
las vidas de Hermanos, maestros, alum-
nos, padres de familia y lasallistas todos,
que han sido testigos de los efectos po-
sitivos de salvación del carisma lasallista
en la sociedad Laguense.
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos?
¿Cuáles son nuestros orígenes? Son pre-
guntas que nos hacemos los que no que-
remos ser marionetas del viento capri-
choso de las corrientes del tiempo:
Tenemos raíces que nos sustentan, nos
arraigan, nos prensan a la tierra que nos
vio nacer, que nos nutrió y nos permitió
el crecimiento.
Tenemos un tronco fuerte y flexible a
la vez, que ha sabido ‘bailar’ con las
fuertes corrientes del viento; que ha
logrado resistir a las tormentas po-
tentes que amenazan a rompernos.
Tenemos unas alas potentes que nos
permiten volar más allá de las fron-
teras en las que, a los inseguros, les
gustaría acomodarse, resistirse a em-
prender el vuelo a tiempos nuevos,
fieles al pasado y volando al futuro.
Monseñor Garivi, Rafael Pérez, Gua-
dalupe Navarro, Jean Dielm, Abraham
Vega, Martín del Campo, son nombres
que, por gratitud, no debemos olvidar.
Son los arquitectos, artífices de esta
magna obra que, en 65 años, ha hecho
un bien incalculable.
Era 1950. José Garivi, el cardenal que es-
cribe otra vez a Roma pidiendo una co-
munidad de Hermanos para regentar una
escuela cristiana, además de Guadalaja-
ra, en San Juan, en Lagos y en Arandas.
Rafael Pérez, constituye el primer patro-
nato, formado por insignes varones que
no se conforman con el estado actual de
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las cosas. Buscan transformarla, mejorar-
la, heredar un contexto mejor que el que
encontraron: Guadalupe Navarro, el pá-
rroco de la Asunción; Jean Dielm, gerente
de la Nestlé; Abraham Vega y Martín del
Campo, entre comprometidos pioneros.
Se pensó hacer el Laguense, en una edifi-
cación adjunta a la parroquia de la Mer-
ced. Se había prometido al Cardenal que,
en dos años, se enviarían FSC a abrir la
escuela. Pasaron dos años cuando, des-
pués de varias dificultades, se coloca la
primera piedra en el terreno que, en ese
tiempo, le denominaban “La jabonera”.
¡Era 16 de septiembre de 1952!
Llega la primera comunidad de FSC, lide-
rada por el H. Dosas Lucien como direc-
tor-fundador; los HH Antonio Ramírez,
Ernesto Tatay, Carlos Pinedo ¡y Ramiro
Montaño! Joven formando a quien soli-
citaron para prestar sus servicios al in-
cipiente instituto. Dignas de mención
son las ¡primeras maestras lasallistas!
Teresa Montoya y Rosa María Espinosa,
presencia femenina clave, que estuvieron
presentes desde los inicios de la obra La-
guense.
¡Los avatares del destino! El director-fun-
dador solo duró dos meses. Tuvo que irse
a Caracas a hacerse cargo de una obra
lasallista que lo requería allá. Toma la di-
rección el H. Antonino, de exquisito trato
y fuerte carácter, dio un estilo propio al
nuevo instituto.
Luego, una serie de testigos, de rostros,
de nombres concretos que han quedado
grabados en los corazones de las gene-
raciones laguenses, que los recuerdan
como parte de su historia, como artífices
de su formación y educación. Con la pena
de omitir tantos que han quedado como
constructores desconocidos, rescatamos
solo algunos nombres, como muestra un
botón, de una serie de hombres valiosos.
Como directores: Miguel Pasillas, José
Luis Casillas, Carlos Purón, Salvador To-
rres; otros FSC de gran entrega: Juan Fer-